Es la tercera ocasión desde la década de los noventa que un Sumo Pontífice visita los Estados Unidos. Aunque las circunstancias internas y externas fueron distintas en los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI, el papa Francisco lo hace en un momento crucial.
Un momento crucial no solo por el acercamiento y restablecimiento pleno de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, en las que el Papa ha jugado un papel clave, sino también por el momento político, económico y social que atraviesa Estados Unidos.
Las elecciones presidenciales del 2016 están a la vista. El ‘fenómeno’ Donald Trump se ve con preocupación. La economía estadounidense, a diferencia de otros países occidentales, recupera poco a poco los niveles de crecimiento de otras épocas. En lo social, aunque muy dependiente de la economía, los índices son positivos. Todo esto en un contexto de aumento de la inmigración, mayor incidencia del narcotráfico proveniente de México, violencia racial, etc.
A nivel externo, aunque Estados Unidos no está envuelto directamente en conflictos y guerras que en su momento le desgastaron mucho, busca posicionarse como un actor clave en un escenario cada vez más complejo.
En ese marco, el papa Francisco llega a los Estados Unidos. Visitará al presidente Barack Obama, asistirá al Congreso norteamericano y dará un discurso en la sede la ONU en Nueva York. Como en visitas realizadas a otros países, es de esperarse que sus palabras estén cargadas de contenido no solamente pastoral sino profundamente humano.
En este sentido, sus pronunciamientos superarán las críticas que ya han comenzado a escucharse. De que el Papa es marxista por sus posturas críticas frente al capitalismo, a favor de los pobres, los inmigrantes, etc. En otros casos, de que abraza ideas de moda, demostrablemente falsas y profundamente reaccionarias.
Tanto con el presidente Obama, como en el Congreso y en las Naciones Unidas, es posible que Francisco hable de la importancia del final del bloqueo y el restablecimiento de relaciones con Cuba, de los inmigrantes sin papeles en los Estados Unidos, del problema de Siria y los refugiados en Europa, de la desigualdad o del cambio climático.
El tema de Cuba tiene enfrentados a republicanos y demócratas. Sus palabras en el Congreso estadounidense tendrán mucho peso, sobre todo en lo que todavía hay que hacer para lograr el pleno restablecimiento de relaciones entre los dos países. De este modo, Obama tiene en el Papa un aliado potente.
Un tema que también tendrá peso durante la visita del Sumo Pontífice es el mensaje pastoral que hará a sus fieles. Pese a que en el país norteamericano existe una mayoría protestante, el 70% de los 51 millones de hispanos son católicos. No obstante, el número de católicos ha tendido a disminuir, sobre todo por la posición de la Iglesia frente a los casos de abuso sexual de menores por parte de algunos sacerdotes.