Dos problemas han aquejado a los países menos desarrollados por muchos años. Estos son los problemas de pobreza en que se encuentran vastos sectores de la población, y la desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza. El 25 de febrero de 1948, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, y como parte de las Naciones Unidas, se creó la Comisión Económica para América Latina (Cepal), con sede en Santiago de Chile. En sus inicios esta institución se encargó de formular una propuesta de desarrollo para cambiar la matriz productiva que históricamente se había mantenido en los países de América Latina y el Caribe y que era la causante de los problemas del subdesarrollo. Así nace la propuesta de sustituir las importaciones de bienes finales mediante producción nacional para lo cual se debían reforzar las relaciones económicas entre países e iniciar de manera paralela un proceso de industrialización de las economías primarias. Los gobiernos comienzan a introducir como parte de sus políticas públicas los planes de desarrollo que se planteaban objetivos económicos de mediano plazo y cómo lograrlos. Dentro de la planificación económica se incorporó el objetivo de promover el desarrollo social, para lo cual empiezan a tener relevancia la evaluación de los índices sociales que miden la pobreza y la inequidad. De una mejora sustantiva en los indicadores de desarrollo económico y social entre la década del 50 y la del 70, la región vuelve a retroceder en los 80 debido a la crisis de la deuda externa que ocasionó que los países pierdan una década sumidos en un drenaje salvaje de recursos hacia el exterior que limitaba sus disponibilidades para financiar los programas de desarrollo social.
Pero desde la década del 90 la situación social en muchos países comienza a cambiar, a pesar de haber tenido que enfrentar sucesivas crisis internacionales. Esta realidad se refleja en la caída de las tasas de pobreza y de indigencia entre 1990 y 2010, cuando la mayoría de los países estaban gobernados por regímenes de tinte liberal. En este sentido, la Cepal publicó un informe sobre el panorama social de América Latina. Manifiesta que esos 20 años las tasas de pobreza e indigencia con relación a la población han disminuido. Pero queda mucho por hacer en cuanto a políticas sociales que tengan como objetivo incorporar a la población a la economía formal para que sean beneficiarios de la red de protección social en donde el gasto público y la inversión privada son de vital importancia para incrementar la equidad y el empleo productivo.
La buena noticia es que el Ecuador y nuestros vecinos fronterizos, están entre los cinco países que registraron una baja significativa en las tasas de pobreza.