Un importante sector de la población apoya la reelección del Presidente. Cree, evidentemente, que su obra pública y social y otras de sus acciones que se conceptúan positivas, justifican que haya reincidido en los peores errores del pasado y que incurra en otros, igual o más graves: violencia verbal que profundiza el enfrentamiento fratricida; dominación sobre las otras funciones del Estado; lucha social que rompe la armonía obrero patronal en perjuicio de la producción y el empleo; descontrolado gasto público y renuencia a constituir una sólida reserva monetaria para enfrentar las crisis económicas y los desastres; injustificado crecimiento explosivo de una burocracia dorada; persecución contra la prensa libre y aplastante propaganda política con recursos del Estado; nula fiscalización por la Asamblea y oscura actuación de la Contraloría y la Fiscalía; erección inconstitucional de un Consejo de la Judicatura transitorio, de dudosa preparación y escasa experiencia, para que reorganice la Función Judicial; manejo escandaloso de los casos: Gran Hermano, 30 de septiembre, Chucky Seven y veeduría de los contratos del hermano del Presidente; alejamiento de los mercados naturales del Ecuador con gravísimas repercusiones ; discursos y políticas sectarias que ahuyentan la inversión; oscuro y peligroso manejo de la política internacional; endeudamiento externo leonino (intereses tres veces mayores que los de los organismos multilaterales, menos años de gracia y plazo, pago inmediato con petróleo, derecho del acreedor a participar en construcción de obra pública y garantía para que cobren créditos apropiándose de las exportaciones); intervención desatinada en inteligencia militar y policial y en la cooperación internacional con detrimento de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
La oposición reivindica la plenitud democrática, es decir: funciones del Estado independientes, respeto a los derechos humanos e imperio de la ley sobre la voluntad de los gobernantes. Pero se encuentra fragmentada. La izquierda radical ha resuelto marchar sola, postula la profundización de la revolución en base de la Constitución de Montecristi, y sostiene tesis preocupantes, rechaza la minería a gran escala y la apertura de nuevos yacimientos petroleros. Las organizaciones políticas de centro, centro-izquierda y centro-derecha postulan, con diferentes matices, los principios del Estado social de derecho y de la economía social de mercado, que tienen aceptación en la mayoría de los ecuatorianos. Las fuerzas de derecha permanecen desunidas, algunos dirigentes, a pesar de sus pasados errores, no se hacen a un lado, y otros no comprenden que aún no ha llegado su hora.