Panem et circenses

La frase se acuñó hace 20 siglos; describe la costumbre en la antigua Roma, de regalar bonos en trigo y, entradas a los espectáculos de teatro, baile o lucha de gladiadores, por parte del emperador de turno y de esta manera mantener tranquila y alejada de los ‘hechos controversiales’ a la plebe.
 ‘Pan y circo’ mantiene su vigencia a lo largo de este tiempo y se ha ido perfeccionando; así, vemos que para las próximas elecciones en nuestra ‘isla de paz’, ya tenemos dispuesto a gran parte del elenco: malabaristas, saltimbanquis,  mimos (porque jamás dicen  ni ‘esta boca es mía’), cantantes, presentadores, cuenta-cuentos,  pateadores de balón... atajadores de balón, locutores; y, se alistan a arrastrarnos con ellos al frenesí de ofertas y promesas a cambio de votos. Pero la culpa no es toda de ellos, sino de quien sucumba a su canto y encanto; además, la culpa es  de quien en su momento no educó al pueblo, pues cuando ‘el pueblo aprende a leer, se interesa por los problemas y pide cuentas, el analfabeto no dice nunca nada’. La fatalidad nos ha condenado a creer que ‘pan y circo’ será una frase eterna. Leer demostrará lo contrario.

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