A inicios de año, el Gobierno venezolano decidió devaluar su moneda creando dos tipos de cambio. El uno para las llamadas importaciones prioritarias y el otro para las consideradas no esenciales.
Mientras tanto, en el mercado negro de cambios, bautizado con el nombre de dólar permuta, el tipo de cambio rebasa con holgura a los dos tipos de cambio oficiales.
En el mercado el regulado la asignación de divisas no es automática, sino que la realiza un ente burocrático que es quien decide a quién le da las divisas. Un organismo con ese poder, que atiende al 70 % de las importaciones venezolanas, cualquier cosa puede pasar.
Como Venezuela importa la mayoría de los bienes considerados de consumo masivo, la devaluación de su moneda incidió en el nivel de los precios. En el mercado paralelo de cambios, acceden los empresarios que se cansan de esperar en línea por las divisas oficiales, y adquieren los dólares a un tipo de cambio muy superior. Este mercado financia el 30% de las importaciones venezolanas. Además, dada la incertidumbre económica y política, el 70% de la salida de capitales se canalizan por este mercado. El exceso de liquidez en la economía como consecuencia del desmesurado gasto público, se la recoge mediante la emisión de bonos del estado denominados en dólares y que deben ser comprados en bolívares al tipo de cambo oficial. Al vencimiento de los bonos el inversionista los vende en el mercado paralelo generando ganancias extraordinarias por el diferencial cambiario. Es decir, el Gobierno incentiva la especulación financiera para restringir la liquidez.
Ahora resulta, que los operadores cambiarios son los culpables de que el dólar permuta esté en los niveles en que se encuentra, y por lo tanto, hay que eliminarlos, ya que, según el Gobierno, son los que están causando los desequilibrios en el mercado de divisas. Por lo tanto, el Banco Central fijará una banda dentro de la cual deberá fluctuar el dólar permuta. Esta medida generará un tercer mercado, más negro que el actual.
Por otro lado, en la economía real, la escasez de productos de primera necesidad es rampante. La política de control de precios ha conducido al desabastecimiento; ya que la inflación ocasionada por el descomunal gasto público, hace que los precios suban más allá de los precios oficiales. Pero la culpa, según el Gobierno es de los empresarios inescrupulosos que se enriquecen a costa del hambre del pueblo.
La respuesta entonces es expropiar las industrias de alimentos y de distribución. Como resultado de dichas acciones se produce mayor escasez. Es decir, un circulo vicioso que hará crisis en el momento en que el precio del petróleo disminuya.
Mientras tanto, la revolución bolivariana da palos de ciego tratando de buscar culpables donde no los hay, destruyendo en el camino la base productiva.