Causa indignación cuando desde la vanidad del poder se lanza toda clase de acusaciones y se estigmatiza a la prensa, a los periodistas y a toda persona que ose contradecir el pensamiento único que rige los destinos del país.
Indigna mucho más cuando se dedican dos sábados consecutivos a atacar a uno de los mayores referentes del periodismo nacional como es Miguel Rivadeneira, uno de los comunicadores más serios y prolijos que tiene el Ecuador.
Quienes conocemos la trayectoria de Miguel podemos aseverar que no es un mentiroso y que le sobra ética, un valor que en cambio le falta a muchos políticos envanecidos por el poder pasajero que tienen.
He visto a Miguel en las diversas trincheras del periodismo, siempre bien armado, pero de argumentos, de documentos. Un periodista que como pocos prepara sus entrevistas con anticipación, con la Constitución en la mano, con los códigos, con las leyes, etc.
Por eso indigna que le digan mentiroso, que no tiene ética por el solo hecho de haber emitido un comentario que disgustó al poder político. Por insistir en hablar de una fallida veeduría que no salió como querían que salga.
Hemos llegado a un nivel tan grande de intolerancia que si algo no nos gusta culpamos de los males al resto de la humanidad. El presunto mentiroso es sometido a toda clase de escarnio público, de burlas.
La respuesta que dio ayer Miguel Rivadeneira al poder político fue respetuosa, como ha sido su trayectoria profesional tanto en el Diario EL COMERCIO, como en la dirección de los noticieros de Radio Quito.
Con documentos y grabaciones el colega desvirtuó cada una de las graves acusaciones. Presentó fragmentos de una entrevista a Fabricio Correa, quien aseveró que su ñaño conoce cada uno de sus pasos porque hay un equipo de seguridad que lo sigue a todo lado.
Otro supuesto error de Miguel fue haber entrevistado al veedor Chambers. Que se sepa, este ciudadano no está impedido de hablar y la Constitución garantiza igualdad de derechos para todas y todos los ecuatorianos.
Lo que más me preocupó de la respuesta de Miguel es el temor que tiene por su familia. Eso es muy natural, es humano sentir miedo, especialmente por la familia.
Periodistas como Miguel Rivadeneira nunca han temido al poder, a los insultos, ni a las balas o las bombas. Su principal arma de defensa ha sido la verdad.
Un periodista como Miguel Rivadeneira nunca ha necesitado de una seguridad especial para defender su impecable trayectoria periodística, pero siente temor por su familia tras dos sábados seguidos de acusaciones.
Tranquilo colega, estamos para apoyarte, pero eso sí, te tienes que revestir de mucha paciencia, los hombres decentes como tú han trascendido mucho más allá de los festines del poder político.