La llegada al Vaticano de un Papa latinoamericano y un hombre austero y muy cercano a los pobres y excluidos, generó gran expectativa en comunidades católicas de la región, que confían en que Francisco contribuya a modificar la deteriorada imagen de la curia romana.
Para sorpresa incluso de los clérigos argentinos, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, fue elegido como nuevo Pontífice y sus primeros gestos ante los fieles desde el balcón del Vaticano colmaron de ilusión a quienes claman por un líder que muestre cabalmente su opción por los pobres.
Francisco es un religioso conservador en la doctrina pero, coinciden todos, modesto y cercano a los pobres, a los sin techo, a los enfermos, a los ancianos, a los presos, a los inmigrantes, a las personas sometidas a la trata laboral y sexual y a los párrocos.
Se espera que su perfil ayude a recuperar la imagen de la Iglesia Católica, acosada por los escándalos de pederastia y corrupción.
Bergoglio fue el elegido por todos los obispos de la región para la redacción del documento de conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en mayo de 2007 en Aparecida, Brasil. En él se fijó la posición eclesiástica regional en un vasto abanico de temas. El documento reconoce la preocupación de la Iglesia Católica porque en América Latina, donde viven 43% de sus fieles, el crecimiento de nuevos miembros es menor que el de la población, y lamenta “nuestras débiles vivencias de la opción por los pobres”. En este sentido, Bergoglio era un hombre que parecía vivir de acuerdo a ese compromiso.
La teóloga argentina María Alicia Brunero comentó que “lo importante de la designación no es tanto que haya recaído en un argentino o latinoamericano, sino en alguien de la periferia, de afuera de Europa”.
“Los cardenales esperan que las soluciones lleguen de afuera, de alguien con otro perfil, menos contaminado, alejado del boato y de la burocracia vaticana, y en este sentido, Bergoglio cumple con esa expectativa porque es un hombre austero, que viaja en colectivo (bus) y está cerca de la gente”, apuntó.
Brunero, quien lo ha tratado, dijo que además de esas cualidades es un hombre que “sabe mandar y delegar” y que “no está exento de la búsqueda de poder, que no necesariamente es algo perverso. Sabe tejer redes y lo hace bien, sin pisar la cabeza a nadie”, declaró. “Me da esperanzas”, sintetizó.
En cambio, no se deben esperar grandes cambios en materia doctrinaria, dijo la experta. Recordó que como arzobispo fue un crítico intransigente de la ley del matrimonio homosexual y de cualquier intento de despenalizar el aborto. Pero sí vaticinó que puede traer nuevos aires en otros asuntos. IPS