Los resultados de las elecciones de autoridades seccionales han gravitado enormemente en el ámbito político. La mayoría de movimientos y partidos realizaron una lectura interesada del tema y, cada uno para sí, reclaman el éxito electoral. La victoria difícilmente puede acompañar a todos y unos más que otros lucen fisuras, que de acuerdo con sus intereses y aspiraciones pretenden maquillarlas. Lo evidente es que, aun manteniéndose como el movimiento que ha alcanzado la mayor votación, Alianza País ha disminuido ostensiblemente su caudal de votos, si se compara con los porcentajes de electores que les brindaron su apoyo en anteriores comicios. El presidente Correa ganó las elecciones presidenciales del 2013 con el 57% de los votos. Algunos analistas señalan que el número de electores que han votado en los últimos comicios a favor de los candidatos del movimiento político en el Gobierno ronda el 30%. Si bien es difícil comparar elecciones seccionales con las presidenciales, el hecho muestra que, en esta ocasión, este grupo recibió únicamente el soporte de su voto duro. El resto se dispersó hacia otros candidatos.
Se dice también que el alto respaldo alcanzado por Avanza, en cierta forma es un apoyo al Gobierno. Sin embargo, si se suman los votos de los dos grupos, aún existen cerca de 900 000 que no se contabilizan a favor de esta tendencia. De otra parte habrá que hurgar para dilucidar si ese electorado que votó a favor del movimiento aliado puede volver a ser un importante soporte del proyecto político liderado por el grupo de Gobierno que, a decir de sus dirigentes, no tuvo la apertura para formar listas conjuntas.
De otra parte deberá entenderse que Avanza también tendrá su proyecto político. Allí entrarán a participar las oportunidades y los tiempos. Si, como era previsible, Alianza País se ha visto en la necesidad de tratar el tema de la reelección, su aliado entraría a jugar un papel clave. Si se aprueba la reelección por un período adicional, buscará formar parte de la fórmula electoral. Pero si se la aplaza por un período, sería el turno de Avanza par ir con candidato propio.
Todas estas posibilidades no hacen sino que se ejerciten una serie de conjeturas que podrían disputar de las que emergen de la bola de cristal. Pero lo cierto es que, salvo los comicios electorales del año 1992, en la recuperada democracia, los votantes se inclinan por favorecer a los candidatos relativamente jóvenes, teniendo en cuenta precisamente que el padrón electoral está conformado en su gran mayoría por menores de 35 años. De ahí que la elección que se presenta para dentro de tres años se vuelve interesante. Dependerá de cómo el grupo de gobierno plantea definitivamente la fórmula de la reelección. Por lo pronto, como se infiere de lo señalado en una entrevista a uno de sus dirigentes, la opinión del electorado no es favorable a modificar las normas concernientes a la reelección. De allí que descarten una consulta sobre el tema. Todo está por definirse y será el electorado el que emita la última palabra.