Al cabo de cuatro décadas, la sociedad argentina ha procesado de muchas maneras los atroces crímenes de la dictadura militar (1976-1983).
Pero cuando todo parecía conocido, salió a la luz un grupo que muestra otra cara de la historia: la de ser hijo o familiar de un represor.Se trata de personas que han condenado la actuación de sus padres, generalmente al costo de romper sus relaciones con todos sus parientes, para reivindicar la memoria de los 30.000 desaparecidos que, según organismos de derechos humanos, dejó esa dictadura.
“Vivimos nuestras historias con mucha vergüenza y mucha soledad porque nuestras propias familias nos rechazan y, fuera de ellas, la visión tampoco es muy favorable. Entonces, mostrarnos colectivamente es importante para nosotros”, contó Analía Kalinec a medios internacionales en un encuentro organizado con cuatro integrantes del grupo.
Después, en el 42 aniversario del golpe de Estado, el colectivo participó por primera vez, en el centro Buenos Aires, en la manifestación que cada 24 de marzo recuerda a los desaparecidos y reclama que sigan adelante los juicios por la represión ilegal. Fueron unas 30 personas que se ganaron los aplausos de muchos de los asistentes a la manifestación cuando exhibieron la bandera del grupo, que dice “Historias desobedientes, hijas e hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia”. Analía es hija de Emilio Eduardo Kalinec, un excomisario de la Policía Federal que cumple cadena perpetua por haber participado en interrogatorios realizados bajo tortura en al menos tres de los cientos de centros clandestinos de detención y exterminio que el gobierno de facto encabezado por Jorge Videla (1976-1981) . Los secuestrados lo conocían como el “Doctor K”.
Analía, una psicóloga de 38 años y madre de dos hijos, contó que, una vez que su padre fue detenido, hace 12 años, la familia comenzó a visitarlo cada domingo en la cárcel, pero que jamás se mencionaba el motivo del arresto.
“En un determinado momento yo quise saber y entonces leí el expediente judicial y busqué más información en Internet. En 2008, finalmente, un día lo enfrenté en la cárcel y le pregunté si era cierto que había participado en la represión ilegal.
El sólo intentó justificarse. Dijo que en Argentina había habido una guerra y que los desaparecidos no eran 30.000”, recordó. “Al día siguiente me llamó por teléfono y me preguntó si lo seguía queriendo. Yo le dije que lo había hecho estaba muy mal. Nunca más lo fui a ver”, agregó.
El grupo de Historias Desobedientes ya produjo una noticia impactante en noviembre cuando presentó Congreso un proyecto de ley para que se modifique el artículo del Código Procesal Penal que impide que una persona denuncie o declare contra un familiar directo, a menos que el delito haya sido cometido en perjuicio de ella.