Por indicios varios las oposiciones actuales se aprestan a dejar su puntillismo por ser cada cual el yo primero y entonces ceder para crear un tercer espacio más amplio. Sería sorprendente, pero no tienen otra salida.
Paúl Carrasco llama la atención, no porque gana espacio, sino por su persistente coherencia de argumentación desde hace más de dos años. César Montúfar coincide en posiciones. Ellos insisten que el fraccionamiento del conjunto de la oposición favorece al partido más fuerte, AP, y sin mayor integración de la oposición, AP podría ganar en primera vuelta.
Además, añado por mi parte, una oposición débil no sirve de presión para que AP cambie y deje ser simple pedestal caudillista. Pues, lo que está en juego, además de las elecciones, es la reconstitución del tablero político ecuatoriano. Es de esperar que AP se democratice y se vuelva pluralista, el Ecuador lo necesita.
Lo vivido por la oposición, sin embargo, es innovador cuando cada cual mantenía sus posiciones y rehusaba dialogar. Se crearon frentes con partidos muy diferentes, con programas consensuados y algo de primarias.
Esto revela cierta efervescencia por renovar y asumir la situación de debilidad de la oposición, así como de reconstituir los partidos. Ecuador lo requiere.
Paralelamente, varios partidos quieren ganar espacio propio, tener más asambleístas con la ayuda de su candidato presidencial. Esto es comprensible pero contradice los procesos mencionados.
Por eso ahora los tres frentes partidarios se encuentran ante dilemas mayores para dar el salto a más unidad, lo llaman ampliar el diálogo. A lo mejor, para este salto fue positivo todo lo anterior y es ahora otro momento en el que las posiciones y logros “seguros” pueden cambiar. Unidad, Cambio y Lasso están abocados a ceder y si quieren ser una opción electoral con posibilidades reales de ganar deben, sea escoger uno de sus candidatos como el que más posibilidades tiene de sumar, a la postre, sea encontrar uno de fuera de sus partidos.
Hay indicios que Ecuador no sigue las salidas de países gobernados por “progresistas”. Habrá egos y sueños frustrados, pero si pretenden competir en serio con AP, es la salida lógica.
Los apoyos electorales fuertes de las derechas ya han mostrado lo que disponen, más o menos empatan con AP.
El grueso del electorado indeciso es del centro. Será el decisivo. También para salir de la polarización política actual son posiciones del centro que mejor ayudarían. Pero debe integrar a diversas tendencias para encontrar salidas a la crisis actual (económica, de secuelas de la polarización, de descomposición de la sociedad civil y de partidos, y del sistema autoritario). Dentro de AP, debería haber voces que se encaminan a ello. Se espera que Moreno encarne esta redefinición, pero sus ideas son un enigma. Los dilemas no son solo de la oposición.