La serenidad del valle idílico del conocimiento que erige el Gobierno en Imbabura sufre un remezón telúrico digno de los Himalayas, con las revelaciones del rector, un investigador español de impresionante currículo, que fuera sumariamente despedido, indica, por oponerse a lo que el estimaba dispendio y decisiones equivocadas.
Gracias a la entrevista concedida por el exrector Fernando Albericio al sitio web “La Historia tal como es”, los no iluminados nos enteramos que la troika de lamas supremos que rigen los destinos de la ciudad del conocimiento transmiten sus sabias decisiones vía Skype, desde Pasadena, California, por lo que reciben un estipendio de USD 16 300 mensuales. Rara vez hace acto de presencia en el valle sagrado de Urcuquí, y cuando visitan cobran USD 300 diarios de viáticos. Es una remuneración a la altura de la preparación de tales personajes, y se justificaría, si radicaran en Yachay en lugar de tener posiciones a tiempo completo en el prestigioso instituto tecnológico Caltech.
Entre las decisiones que el rector objeta están pagar USD 1 millón al centro de investigación Carnegie Mellon de Pittsburg, EE.UU., para enviar a cinco estudiantes; USD
1 700 000 a un cazador de talentos para contratar once decanos y jefes departamentales (se consiguieron cinco); una consultoría de USD 450 000 para hacer un análisis de los doctorados que necesita Ecuador.
“Eso ya lo sé: todos”, explica Albericio.
Yachay es dos cosas, interconectadas. Una universidad y una ciudad, ambas del conocimiento. Su presupuesto para 2014 fue de USD 117 millones, cuando se inició con 172 alumnos de primer año y 243 de nivelación.
Es un sueño de las mil y una noches de un emir petrolero. Con un petróleo que bordea los USD 45 y un descomunal déficit fiscal, es hora de despertar.
El Código de la Producción crea la figura de ZEDE, zona especial de desarrollo, que muchos países adoptan para concentrar industrias de punta o exportación, dotándolas de infraestructura de primer mundo y otorgando generosos beneficios tributarios. Pero el Gobierno sólo ha creado dos, ambas para utopías: Yachay y la Refinería del Pacífico.
Tras el gran despilfarro de Yachay está que se cobija bajo el ala del Gobierno. Se tendrían mejores resultados si se hubiera optado por colaborar con la academia: dotar de fondos a dos prestigiosas universidades públicas del área tecnológica, Espol y Espe, para que den un salto en calidad. Crear dos ciudades del conocimiento, cada una cerca de una gran urbe, una para las empresas que prioricen la conectividad con abastecedores y mercados externos, y por lo tanto junto a un puerto, y otra que requiera el clima templado, seco y no corrosivo de un valle interandino.
Si no éste, entonces un próximo Gobierno tendrá que poner las cosas en su lugar.
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