Uno de los temas claves del Gobierno es manejar correctamente el gasto inercial que se generó cuando se supuso que los precios del petróleo iban a seguir altos, gasto que se debe contener racionalmente so pena de causar mayores males. Como modular la pendiente adecuada de los egresos de proyectos ineludibles que están en plena construcción es algo que determinará el ritmo de ajuste de la economía nacional, por lo que la operatividad de un presupuesto inercial adecuado que evite una gran crisis es un tema esencial en la circunstancia que vive el Ecuador.
Cuál será el ritmo de desaceleración de la economía para no causar mayores restricciones a la vida de los ecuatorianos es un asunto capital de la conducción del país. Para ello, el Jefe de Estado debe dedicar mucho de su tiempo, a fin de medir al detalle las consecuencias de cada alternativa de política que se analice y tomar las decisiones conociendo a fondo los problemas con base en escenarios prospectivos.
En épocas de abundancia se aligeran las decisiones y los errores no se notan en ese momento, pues los efectos se disimulan y solo se advierten después. Ahora que disponemos de menor cantidad de recursos para financiar el desarrollo general es cuando surge la necesidad de gastar con cautela, de asegurar la eficiencia y de justipreciar el valor de una administración reflexiva. Quizá una de las consecuencias virtuosas de la crisis sea palpar y arrepentirse del dispendio y revalorizar la austeridad pública como paradigma de una austeridad total.
En el ámbito del presupuesto inercial están los megaproyectos hidroeléctricos simultáneos, las carreteras iniciadas, la burocracia inflada, el megaproyecto de la refinería de El Aromo, el manejo de los subsidios que en lugar de decrecer aumentan, el tema de la costosa infraestructura para almacenar el gas licuado si se lo va a sustituir con energía eléctrica.
Ya prevemos que la economía va a decrecer y por eso lo correcto es aunar esfuerzos y usar todas las energías del país para no desproteger los avances sociales ni caer en recesión y desempleo irremediable. Además, debemos estar persuadidos que la dolarización es inamovible y convencidos de su irreversibilidad, para no exacerbar a cada momento los nervios de los agentes económicos y de los ahorristas nacionales.
Entonces, todo el país debe luchar para recuperarse con sacrificio porque ya sabemos que no tenemos moneda y solo cabe cuidar el equilibrio fiscal.
En estas circunstancias de ciclos económicos declinantes, el Jefe de Estado debe decidir sobre los intereses superiores de la nación prescindiendo de populismos y sincerando la economía, sin perder su tiempo en temas subalternos ni en disputas irrelevantes. Si no hay dinero para seguir otorgando subsidios a los que no necesitan hay que desmontarlos paulatinamente.