Ni Venezuela ni Argentina

La economía ecuatoriana dolarizada tiene que enfrentar gradualmente cuatro grandes problemas: el déficit fiscal de por lo menos 6 000 millones dólares en este año, compensar la baja 5 000 millones de dólares de los excedentes petroleros con nuevas exportaciones (difícil con un dólar fuerte), pagar un promedio de 3.500 millones anuales de deuda externa durante 2017-2021 y recuperar la senda del crecimiento económico en el 2018, pues en este año decrecerá nuevamente en el 2%. Este es el tamaño de lo que hay que hacer cuando asuma el nuevo gobierno, para lo cual requerirá un gran consenso nacional para viabilizar una negociación política entre los poderes del Estado, porque de lo contrario habrá una crisis sistémica de pronóstico social reservado.

De esta dura realidad no hay referencia alguna en la corta campaña electoral porque ni los periodistas inquieren al respecto. Pero si se habla tangencialmente y con razón que hay que evitar verse en el espejo de Venezuela o de Argentina.

El caso de Venezuela se origina en el cumplimiento de multi-ofertas populistas que ahora ya no se pueden cumplir, por lo que registra la inflación más alta del mundo y tiene el mayor porcentaje de pobres de su historia. Su moneda baila al son de un tipo de cambio loco que más bien favorece a la clase potentada que disfruta de la tenencia de dólares, mientras sigue el desabastecimiento galopante por el colapso de su economía. Todo esto demuestra lo contraproducente de una política clientelar irresponsable. “Vivimos de la basura” dicen los indigentes venezolanos que ya no son inmunes al desaliento.

El gobierno patronal argentino favorece a los intereses creados de los empresarios a tal punto que Macri debe revertir las normas legales que dan ventajas a las grandes empresas, incluso a las de su propio padre. Aplicar un capitalismo salvaje, terminar de un solo tajo con los subsidios, alzar brutalmente las tarifas de los servicios públicos y del transporte ha incrementado el número de pobres a 13 millones de los cuales 2.7 millones son indigentes. Devaluar la moneda en 60% le ha llevado a que la inflación llegue al 40.9% y la contracción económica prosiga al ritmo del 2%. (CEPAL), todo esto con un desempleo indetenible hasta ahora. El ajuste cruel de Argentina tiene un rostro dramático en los tumultos agresivos de las avenidas de Buenos Aires.

Por mi parte creo que debe verse el modelo peruano, que ha conseguido crecimiento económico con criterio social, en lo que va del siglo, disminuyendo el número de muy pobres al 4.3% de su población, a base de aumentar cada vez más la productividad de sus trabajadores.

El Ecuador necesita su propio plan de crecimiento auténtico y sostenible, mejorando rápidamente su competitividad productiva, para preservar los progresos sociales de modo que la clase media no disminuya pero si el número de pobres e indigentes.

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