¿Por qué está impávida la sociedad? 10 años de revolución ciudadana le ha vaciado el espíritu. En los primeros tiempos, dirigentes de organizaciones y Ong fueron cooptados. Muchos de ellos, se quedaron, embriagados con el confort del poder. Más tarde varias organizaciones críticas se divorciaron del gobierno. Este, con el Decreto 16, propició su control, inmovilidad y división.
Otra forma de control fue la política asistencialista, torrente de bonos, salida de arcas fiscales generosas por los ingresos petroleros. Se “compró” lealtades. Se creó un pacto de ficción. Aumentó el clientelismo. Se crearon organizaciones afines. Más aplaudidores, algunos forzados participantes de marchas y concentraciones oficiales.
Se infiltró las subjetividades de la gente. La profusa propaganda multiplicó adherentes, acríticos frente a los visibles “deslices” del poder. Los juicios a periodistas, estudiantes y dirigentes sociales, profundizó la cultura de la sumisión y el miedo. Los feroces ejércitos de trolls en Twitter, amedrentaron a críticos que no se dejaron. Se agigantó una resistencia invisible a través del chiste y burla al poder en las redes.
Pero la guerra psicológica avanzó a través de políticas educativas que neutralizaron las innatas capacidades de reacción de las personas. Los cientos de miles de jóvenes afectados por las pruebas ENES, cargaron sobre sus espaldas las fallas de un ineficiente sistema educativo que les excluyó. Días, meses, e incluso años, con todas las puertas cerradas, muchos de ellos viajaron por la incertidumbre y la depresión.
El pensador Zygmunt Bauman, en su libro Ceguera Moral, señala: “Vivir en condiciones de incertidumbre prolongada y aparentemente incurable augura dos sensaciones igualmente humillantes: la ignorancia (no saber que deparará el futuro) y la impotencia (ser incapaces de influir en el curso). Y ambas cosas son realmente humillantes. En nuestra sociedad fuertemente individualizada, donde se considera que cada individuo… ha de asumir la plena responsabilidad de su destino, sugieren la incompetencia del que sufre frente a las acciones de otras personas, evidentemente más exitosas, que parecen triunfar gracias a su mayor destreza y aplicación. La incompetencia sugiere inferioridad, y ser inferior y ser considerado como tal es un doloroso golpe a la autoestima, la dignidad personal y el valor de la autoafirmación. En la actualidad, la depresión es la enfermedad psicológica más común…”.
Se acrecentó el sentimiento de culpa en estos jóvenes. Se neutralizó su rebeldía. Allí, parte de una impavidez social abrumada por escándalos diarios. Una dirigencia política lúcida debería entender y dar la vuelta a esta situación, para energizar a la sociedad, sin la cual no se podrá enfrentar la enorme crisis que se desatará pronto.