Es importante preguntarse cómo las instituciones superiores pueden aportar a la integración sudamericana. Hay muchas posibilidades en ese aspecto.
Primero se debe considerar la contribución que los centros académicos pueden dar a los esfuerzos integracionistas en su propio campo. En ningún otro espacio mejor que en las universidades se puede estudiar la integración, sus desafíos y demandas concretas. Allí está su enorme capacidad instalada. Nuestros centros superiores cuentan con gran cantidad de maestros, investigadores, círculos de estudios, administradores académicos, bibliotecas, laboratorios, centros de documentación, observatorios y otras dependencias.
No hará falta crear una instancia académica especializada, cuando se cuenta con las instituciones de cada país y los centros académicos internacionales. La Universidad Andina Simón Bolívar, por ejemplo, en la evaluación de las instituciones del Sistema Andino de Integración que realizaron la Cepal y la Fundación Getulio Vargas, junto con la CAF, fue la mejor evaluada. Con su experiencia en programas de posgrado en integración, podría llenar buena parte de la demanda en ese aspecto.
La integración sudamericana demanda cuadros especializados: consultores, investigadores y operadores de los procesos en sus propios organismos y en las instancias especializadas de los países. Para ello, las universidades deben ofrecer programas de corte académico-investigativo y de entrenamiento profesional avanzado, que deberían formar una red de programas de maestría y doctorado en integración y negociación internacional. Se debe también fomentar estudios coordinados de especialización y diploma en aspectos operativos, como el aduanero, el comercio interregional, la tecnología y la cultura.
Por otra parte, la práctica demuestra que los estudios especializados y la consultoría pueden ser asumidos por los centros superiores con buena calidad y costo. Además, esas instituciones pueden transformarse ellas mismas en promotoras de la integración, con sus espacios de socialización, análisis y debate, que deben poner a la integración en la agenda de opinión pública.
Unasur tiene una responsabilidad en la educación superior para el desarrollo de un espacio de integración universitaria sudamericana, y para el robustecimiento de las instituciones superiores como coadyuvantes de los esfuerzos integrativos.
Unasur tiene el compromiso de avanzar en la institucionalización de su consejo a cargo de aspectos educativos, y de estudiar la posibilidad de establecer una instancia para la coordinación de la evaluación y la acreditación universitaria, y el reconocimiento de estudios, grados y títulos. Las expectativas son grandes y las posibilidades también. La presencia de Ernesto Samper al frente de la Unasur es una garantía para su cumplimiento.
Enrique Ayala Mora / eayala@elcomercio.org