El ataque perpetrado en días pasados al semanario francés Charlie Hebdo ha puesto en evidencia no solo el alcance que hoy en día están teniendo grupos extremistas como Al Qaeda o Estado Islámico dentro de las áreas de conflicto en Medio Oriente, sino dentro de los propios países occidentales.
Si antes la amenaza yihadista se la veía como muy lejana y distante, centrada en ciertas zonas de conflicto en Iraq o Siria, esto está cambiando. Con el ataque al periódico Charlie Hebdo se ha podido comprobar que el peligro puede estar en todo lado. No solo en París, sino en cualquier ciudad de Europa.
Lo que llama la atención de estos actos terroristas es que en ellos ahora participan ciudadanos de los propios países europeos, por lo general, hijos de inmigrantes. Los hermanos Kouachi, quienes participaron en el atentado del semanario Charlie Hebdo, nacieron en Francia. Lo curioso es que este vínculo de los hermanos Kouachi con la agrupación Al Qaeda fue relativamente reciente. Se produce cuando uno de ellos fue a parar a una de las cárceles francesas.
Esto hecho muestra dos cosas. Por un lado, el ámbito de influencia de Al Qaeda y otros grupos extremistas cada vez es más amplio. Por otro, que el perfil de quienes están pasando a formar parte del yihadismo en Europa no son únicamente musulmanes radicales, hijos de inmigrantes o individuos que han tenido antecedentes criminales, sino particularmente personas que han sido excluidas del sistema.
En Francia y otras ciudades europeas existen amplios sectores de población que viven en zonas marginales (banlieue), sin cobertura de la seguridad social, en situación de desempleo, con acceso limitado al sistema educativo e incluso sin control de la policía.
Hay ciertos barrios de la periferia de París que están controlados por grupos criminales. El acceso se logra con venia del jefe de estas bandas y no de la Policía.
A esto se suma el deterioro que se ha dado en los últimos años de los indicadores sociales. Un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística de Francia confirma que la desigualdad y la miseria no paran de crecer desde el 2008. En el 2011, un 14,3% de los franceses (8,7 millones de personas) y un 19,4% de jóvenes ya vivían bajo el umbral de la pobreza.
Si esta es la realidad que actualmente se vive en muchas ciudades de Europa, no es nada difícil que grupos marginados, especialmente hijos de inmigrantes, que han sufrido los efectos de la exclusión del sistema y del racismo, se puedan vincular a grupos como Al Qaeda o del Estado Islámico.
Según el Gobierno francés, actualmente hay cerca de 5 000 simpatizantes yihadistas en Francia. Nada impide que algún momento “pasen a la acción” y atentados como el perpetrado contra el semanario Charlie Hebdo se vuelva a repetir. La amenaza yihadistas ya no está fuera sino al interior de los Estados europeos.