Por lo general al Estado no le alcanzan los recursos para satisfacer todas las demandas de la sociedad. Esa es una de las razones por las cuales, paralelamente, aparecen otras opciones desde la iniciativa privada. Tenemos universidades y colegios estatales y privados; hospitales públicos y particulares. No todo alcanza a cubrir el Estado y, en ese contexto, surgieron hace 35 años las empresas de medicina prepagada.
A propósito del “Proyecto de Ley que regula a las compañías que financien servicios de atención integral de salud prepagada y a las de seguros que oferten cobertura de seguros de asistencia médica” (nombre textual), comenzaré por citar dos experiencias: 1. Desde que estoy afiliado al IESS (alrededor de 30 años) nunca he usado los servicios médicos porque donde he trabajado contrataban un servicio privado. Alguien me explicó que de esa forma se alivia la demanda en el IESS y se genera, al mismo tiempo, una solidaridad con quienes no pueden pagar un médico particular. 2. De las tres empresas a las cuales he estado afiliado solo tuve problemas con una pero, felizmente, hay una docena de alternativas, existe competencia y simplemente me cambié a otra. El inconveniente que tuve fue con un empleado poco entrenado para la atención al público, tal como me explicaron con la mayor cordialidad.
Los seguros, en todas partes del mundo, tienen normas similares. Por ejemplo, si aseguro mi carro contra robos o accidentes debo hacerlo antes de que ocurra un incidente. Ninguna empresa asegura un automóvil chocado.
El proyecto de marras obliga a las empresas de salud a que afilien a pacientes con enfermedades preexistentes o congénitas. El propósito parece solidario, pero el legislador no ha pensado que con eso pueden quebrar las empresas que prestan este servicio, al cual se han afiliado 800 000 personas, de las cuales más de 600 000 aportan al IESS al mismo tiempo.
En caso de que las empresas no puedan sostener su economía, el IESS se vería presionado por la demanda de más usuarios. Hay mujeres, madres, que toda su vida la dedicaron al cuidado de sus hijos, jamás se afiliaron a la seguridad social y su única protección es la medicina prepagada.
El proyecto, que además confunde ventas netas con utilidades, no es original. La Argentina ‘kirchnerista’ lo aprobó el 2013 y ha sido un desastre. El doctor Pablo Giordano, presidente de la Asociación de Entidades de Medicina Privada de Argentina, dice: “Evidentemente no les interesa la salud, porque si no los hospitales públicos estarían en otro estado. Los hospitales son un desastre, no por culpa de los médicos, sino por la falta de insumos”.
Por suerte, el presidente Correa tiene la facultad del veto y confío que no permitirá el descalabro de un sistema que en términos generales ha funcionado bien.