El impuesto a la salida de divisas fue creado para desincentivar que los dólares salgan del país. Pero, a pesar de ser un fracaso en ese sentido, el impuesto se mantiene porque cumple otro fin: recaudar impuestos para el Estado.
Al final, conseguir recursos para el sector público es prioritario para el gobierno actual. Es tan importante que está en el número dos de sus prioridades. Porque la prioridad número uno es gastar esos recursos.
En el 2013, el ISD recaudó $1.225 millones, lo cual le ubicó como el tercer impuesto que más recursos le da al gobierno (luego del IVA con $6.187 millones y el impuesto a la renta con $3.933 millones). Eso significa que en el año pasado salieron divisas por al menos $24.500 millones. Y es “al menos” porque hay varios tipos de transferencias que están exentos del ISD.
Obviamente la abrumadora mayoría de esas divisas salieron del país para pagar importaciones, por lo que el ISD se convirtió en una especie de arancel adicional a todo lo que el país compra en el exterior y si recauda tanta plata es en gran parte por eso.
Pero cuando de un país, en el transcurso de un año, salen divisas equivalentes a la cuarta parte de su PIB, daría la sensación de que no hay una traba significativa para evitar esos movimientos. En otras palabras, no parece que le ISD frene realmente que los dólares se vayan al exterior.
Pero, como ya se vio, sí recauda una cantidad importante y esa es la razón por la que sigue existiendo, a pesar de los efectos colaterales que puede tener en otras áreas de la economía. El principal efecto es que en realidad desincentiva la entrada de divisas. Cualquier persona que tenga algo de dinero fuera del país, pensará dos veces antes de traerlo, pues sabe que existe un impuesto para volver a sacarlo.
Para ver más claramente el efecto del ISD en la entrada de divisas, imagínese que usted está fuera de un cine en el que están dando una película que usted quiere ver. En la puerta se señala claramente “entrada libre”, pero más abajo dice “salida $50”. Evidentemente usted no entra al cine, como tampoco entran $1000 al país porque al salir tendrían que pagar $50 de ISD.
Pero al final todo se resume en que el ISD produce ingresos para la caja fiscal y por eso sigue existiendo. Porque mantener los ingresos públicos altos es clave para un gobierno que no solo quiere mantener su gasto alto sino que quiere mantenerlo siempre creciendo.
Entre 2006 y 2013, el gasto de todo el sector público pasó de menos de $10.000 a más de $41.000 millones. Claro que a ese dato habría que ajustarlo por la inflación, pero en cualquier caso, es un disparo impresionante del gasto público, donde cada centavo que permita financiarlo es importantísimo para el gobierno. Tan importante como controlar cualquier fuente de financiamiento como, por ejemplo, los fondos previsionales privados.