Reelección, el entierro de AP

Los ecuatorianos se especializan en debatir sobre la reelección a secas o sin límites. Ya van generaciones en ello. Y no es por azar.
Se quiso ahuyentar el fantasma de los caudillos y de los dueños de los partidos, porque su concentración de poder siempre trae algún autoritarismo y corrupción con creces, limitan las ideas, programas y pluralismo, deshacen los esfuerzos por crear o consolidar más las instituciones. Toma después generaciones esforzarse para que las normas y las reglas del juego sean un poco más para todos, así ahuyentar la arbitrariedad y el abuso de recursos que crecen con el líder pues deshace las pautas de control.

También en Ecuador, la política se vuelve tan omnipresente debido a su inestabilidad política y fraccionamiento de su sociedad. La política integra más de lo que hacen la economía u otras relaciones entre las personas y las regiones. Ello favorece que los ecuatorianos estén tentados en adherir a los salvadores, una seducción autoritaria, buscando encontrar en ellos la solución a su inestabilidad e inseguridad, a la menaza misma de su fraccionamiento. Pero los caudillos se centran en conservar el poder a todo precio y vuelven a la política un disputa polarizante, sin respeto de normas, crean así el caos futuro.

El vacío que crean a su alrededor -sin reemplazantes- los hace indispensables. Círculo vicioso, acaban con instituciones, organizaciones y personas que deben reemplazarles.

Las fuerzas que formaron AP promovían lo contrario de ello, con un predominio de la ley, sin dueños de partidos, con partidos participativos. Esto se banaliza ahora, justificándolo en la necesidad de continuidad de un hipotético proyecto. Cuando AP, con sus adhesiones actuales, puede continuar con los ejes de sus políticas, inclusive mejorarlas para que se relacionen con la sociedad. Debería contar más el sistema que Correa.

Pero AP quiere autodestruirse al quedarse pegada a Correa, en lugar de persistir volando por sí mismo, redefinirse y perdurar aprovechando su ventaja actual que no necesariamente durará. Si algo de partido tiene, no debería insistir en la reelección y presentar otro candidato que Correa, pues con la oposición que hay al frente tiene todas las de ganar.

Las propuestas de los oponentes de la reelección indefinida se centran más en frenar a Correa que pensar en el sistema conveniente. SP propone cambiar la Constitución para una reelección no consecutiva y la propuesta de Creo no tiene consecuencias prácticas. Pero lo que está en juego es la reelección por más de un período, pues cierta continuidad es indispensable, pero un período de reelección es suficiente; más continuidad debe asumirlo el partido. Se podría más bien preguntar en el referendo, el cambio de los artículos de definición de los mandatos uninominales, a todo nivel, para que no puedan sino elegirse dos períodos. Se crea una norma general que cambia lo local y modifica la regla nacional.

jleon@elcomercio.org

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