Entramos en abril y no se materializaron las más apocalípticas previsiones sobre el precio del petróleo: el Banco de América pronosticó una caída del WTI, el crudo marcador, a USD 31 para fines del trimestre.
Pero no hay indicios que el mercado esté evolucionando hacia una recuperación del precio. En su más reciente informe, la Agencia Internacional de Energía observa que tras la fachada de estabilidad, el rebalanceo causado por el colapso de precios aún continúa, y estima que sería demasiado optimista esperar que proceda sin bruscos cambios. En particular, la Agencia considera que en el verano podría haber una nueva caída de precios.
La contrapartida es que de darse una nueva y abrupta caída en el precio, el incremento en la producción de crudo en EE.UU. podría frenarse, incluso revertirse. Estados Unidos es el más dinámico productor en el mundo gracias al desarrollo de campos con la nueva tecnología de fracturación hidráulica.
A la postre, lo que sucede es que, mientras los países del Golfo Pérsico mantengan su decisión de no bombear crudo para mantener su participación en el mercado, y no mantener precios, el precio del crudo en el mercado internacional estará vinculado al costo marginal de la producción de petróleo de esquistos.
Lo que quiere decir el párrafo anterior es que el petróleo cuyo costo de producción supere al precio de mercado, dejará de producirse. Una nueva fuerte baja del precio internacional crudo causará una baja en la producción de crudo costoso, con lo que rebotarán los precios.
Pero en la medida que se recuperen los precios, se recuperará la producción de crudo relativamente caro. A lo que se suma que con el avance de la tecnología de fracturación hidráulica, bajará el costo de producir petróleo y, por lo tanto, el precio de mercado bajará.
Dentro de este esquema habrá oscilaciones bruscas en el precio, unas veces al alza y otras a la baja, y no sería de extrañar que en algún momento salten a los USD 100 para el crudo ecuatoriano. Pero el alza no durará.
Hay un elemento de incertidumbre que complica estas perspectivas: la volatilidad de Oriente Medio. Libia e Iraq, dos grandes productores, se encuentran inmersos en guerras civiles, y su producción oscila erráticamente. Pero el factor que se perfila con mayor impacto en la producción de Oriente Medio es el acuerdo nuclear entre Occidente e Irán. Teherán está dispuesta a aceptar limitaciones a su desarrollo nuclear a cambio que se levanten las restricciones sobre el crudo iraní. De confirmarse el acuerdo, de inmediato caería el precio.
En suma, las perspectivas de hoy y de mediano plazo son contrarias a una recuperación sostenida del precio del petróleo al nivel que tuvo entre 2010 y 2014. Por lo que el país tiene que reorientar su política económica a estas realidades.
Walter Spurrier / wspurrier@elcomercio.org