En 1996 el periodista estadounidense Gary Web publicó en el diario San José Mercury News una serie de reportajes sobre el tráfico de drogas entre Estados Unidos y Nicaragua y cómo ese negocio fue usado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para financiar a la antigua contrarrevolución, que combatía contra el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en la década de los 80.
Para sus reportajes, que fueron reconocidos con un premio Pulitzer, Web realizó abundantes entrevistas a narcotraficantes, hoy detenidos en Estados Unidos, y agentes de la DEA, que en los años 80 estuvieron destacados en Centroamérica. Además documentó su trabajo con expedientes judiciales desclasificados. Una muestra tenaz de excelencia periodística y de perseverancia por mostrar la verdad a cualquier precio.
La semana pasada, la cadena Telesur difundió una serie informes sobre la supuesta conexión de la CIA con activistas políticos, autoridades y periodistas ecuatorianos. Las ‘pruebas’ de la supuesta relación son fotos y videos de seguimientos.
En el país en ciertos medios oficialistas se retomó el tema sin beneficio de inventario. En algunas entregas se desarrolló la teoría de la conspiración de los aludidos, incluyendo sus fotografías e identidades, ubicándolos en el contexto de supuestos colaboradores de la CIA. Para sostener esta ‘denuncia’ no se mostró un solo documento probatorio de sus nexos, solo se reprodujo el informe de Telesur. Tampoco se hizo un mínimo ejercicio de contrastación: no se recogieron las versiones de ninguno de los mencionados. Web en el 96 dio una lección de buen periodismo y servicio público, pues desenmascaró una operación que perjudicó a miles de estadounidenses. La reproducción de estas supuestas denuncias aparece cuando el Gobierno necesita crear un enemigo, o desviar la atención de problemas acuciantes como la falta de empleo, la contracción económica, los nuevos impuestos y otros temas que preocupan a la mayoría.