En la edición internacional de diario El País, de España, de 26 de noviembre 2014, Gabriel Salvia, a partir de documentos desclasificados de la Cancillería Argentina (1976-1983) pone de manifiesto cómo, aparte de los innumerables crímenes de la dictadura militar, el general Videla y el comandante Fidel Castro eran “buenos socios” y que, más de una vez, actuaron en concordancia en asuntos importantes, para encubrirse y obtener posiciones en organismos internacionales.
“Hasta ahora se sabía que Cuba se abstuvo de condenar a la dictadura militar argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, que el gobierno de Jorge Rafael Videla le concedió un préstamo a Fidel Castro que todavía no han pagado, que compartieron el espacio del Movimiento No Alineados (NOAL) y que el dictador cubano recibió con un abrazo al Canciller argentino…apoyando la acción militar en Malvinas…Un dato significativo de esta alianza fue que Argentina era el principal proveedor de granos de la Unión Soviética, pero también hubo una estrategia de la diplomacia de la dictadura militar de tejer todo tipo de acuerdos para evitar ser denunciada en organismos internacionales. Así lo reconoció el embajador Gabriel Martínez, representante argentino en Ginebra durante todo el período militar, al afirmar en una entrevista: “Los cubanos siempre, siempre nos apoyaron, y nosotros los apoyamos a ellos”; Martínez incluso aseguró que a través de Cuba lograba el apoyo argentino por parte del resto de países del bloque socialista”.
Continúa el texto de Salvia: “…varios cables de 1977 dan cuenta de un intercambio de favores entre ambas dictaduras: Argentina apoyando a Cuba para un cargo en la Organización Mundial de la Salud y Cuba apoyando la candidatura argentina al Consejo Económico y Social de la ONU. Otro cable secreto desde La Habana, de 21 de marzo de 1979, seguramente será más difícil de digerir para los simpatizantes argentinos de la dictadura cubana, pues brinda detalles de la invitación de Fidel Castro a Jorge Videla para asistir a la Sexta Conferencia de No Alineados”. Y así por el estilo.
¿Cómo entender semejantes revelaciones? ¿Cómo interpretar la conducta de ambas dictaduras? ¿Cómo imaginar los pactos de medianoche que, tras bastidores, tejían ambos déspotas? Solamente por el pragmatismo y el cinismo que marca a la política internacional de nuestro tiempo.
La explicación es que los extremos siempre se juntan; que el afán de permanecer indemnes en el poder es ilimitado; que el pragmatismo y el afán en encubrimiento hacen milagros. Y la conclusión es que la izquierda latinoamericana -la genuina- sirvió de parapeto para el pacto de los cínicos. Y que muchos de sus militantes murieron en la guerra sucia sin saber que, en las cúpulas, ambas dictaduras sonreían.