Pocos días después del triunfo de Mauricio Macri y, por tanto, de haberse consagrado como presidente de la República de Argentina, llegué a esa nación.
Si bien la he visitado casi todos los años del último quinquenio, ahora “aterricé” en otro país: la gente con mucho optimismo, tranquila y sin temor a expresar sus ideas. Con esperanza de que el cambio se concrete porque luego de tanto tiempo de lo mismo, no veían futuro alentador.
El miedo al Gobierno desapareció el día siguiente de la votación. Los argentinos quieren un lugar en el que se combata a la corrupción porque le ha hecho daño a un país rico, y de gente buena y emprendedora.
La población está dispuesta a colaborar con las autoridades elegidas, quienes tendrán que enfrentar una de las inflaciones más altas de Latinoamérica; un déficit fiscal de algo más del 7%. Una burocracia que en el período de la señora Cristina Fernández de Kirchner se incrementó en más del 50%. El Banco Central no cuenta con divisas, mientras los “ñoquis” (aquellos que cobran sin “laburar”) continúan usufructuando de dinero mal recibido.
Macri ganó en 9 de las 23 provincias. Su triunfo se dio en las urbes más importantes del centro de Argentina, como son las capitales de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Jujuy, entre otras. Eduardo Gallo Llorente, en su columna del diario denominado El 9 de Julio, señala que la familia Kirchner perdió en La Rioja y La Pampa luego de 26 años de hegemonía peronista. ¿Será por sus políticas que en casi nada favorecieron a un pueblo eminentemente agrícola y ganadero? ¿Se habrá cansado la gente? Hoy se respira optimismo y libertad.
Carlos Reymundo, quien escribe en el diario bonaerense La Nación, sostuvo -en su columna de 23 de noviembre de este año- que “si 12 años de una revolución como la nuestra terminaron en Macri, es como que no hubo revolución”. Entonces, ¿qué sucedió durante el período “kirchnerista”? Hoy se tiene una Argentina dividida, cuando en el pasado las confrontaciones se daban, fundamentalmente, en el ámbito deportivo.
El pueblo se hartó de un discurso en el que se acusa y señala a quienes no comparten las ideas de la gobernante.
En Córdoba, por ejemplo, el señor Macri ganó contundentemente, entre otras razones, porque el gobernador de esa provincia, elegido por el pueblo en votación universal, no fue recibido por la Presidenta durante los ocho años de su mandato. El 60% de los votos de aquellos que en primera vuelta no apoyaron a Macri ni a Scioli fue para el Presidente electo, lo que demuestra que “no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”, y los argentinos pasaron la factura a la señora Kirchner y a su grupo de amigos.
Ahora, la historia la juzgará con igual inclemencia como la aplicada por ella.