Acertada la decisión de nominar a Francisco Carrión como embajador en Washington. Un diplomático de gran trayectoria para hacerse cargo de una sede más importante que nunca, dado los cambios de timón drásticos y a veces impredecibles del presidente Trump y su Secretario de Estado. La Embajada está vacante mientras que se ventilan en los corredores de la capital estadounidense temas de trascendencia para el país. Uno de ellos, el SGP.
Las exportaciones del Ecuador pierden terreno en el mercado de EE.UU. Fuimos su primer proveedor bananero, desplazados por Costa Rica y ahora Guatemala.
En camarón, somos el único gran exportador mundial que reduce sus ventas a EE.UU. Antes nos ganaban los asiáticos, ahora México también nos supera. Buena parte de nuestras exportaciones entran a los EE.UU. liberadas de aranceles al amparo del SGP, sistema unilateral de preferencias, que requiere renovación periódica. En cambio, nuestros principales competidores, México, Centroamérica, Colombia y Perú, tienen acuerdos comerciales que garantizan el acceso ininterrumpido de sus productos.
El GSP está en revisión. De no aprobarse antes de fin de año, se pierden las preferencias. Las flores estarían muy afectadas, puesto que pagarían un arancel mientras que las de nuestro principal competidor, Colombia, tienen acceso liberado. Ese sería el menor de los problemas: en algún momento se renovará el GSP, el perjuicio duraría sólo unos meses.
Lo más serio es que la Oficina del Representante de Comercio, USTR, pasa revista a las prácticas de comercio de cada país beneficiario para determinar si aplica prácticas que afectan a las exportaciones estadounidenses de bienes y servicios. Por ejemplo, el pasado viernes el USTR publicó los resultados de la revisión a Tailandia y mostró su agrado por las reformas a la protección de la propiedad intelectual. Mientras, en el Ecuador se tramita el veto parcial a la ley de reactivación, que incluye un capítulo que otorga el monopolio de la información crediticia a la Superintendencia de Bancos, lo cual implica el cierre de la única empresa privada que queda en esa actividad, que es estadounidense. En oficio de diciembre 7, el USTR urgió al ministro Campana a que el veto parcial tome en cuenta que cerrar el país a burós privados de crédito constituye una violación de acuerdos dentro de la OMC a los que se adhirió Ecuador.
El Presidente desestimó ese pedido; habrá monopolio estatal. Mientras, los malquerientes que se ha hecho el Ecuador, particularmente Chevron, cabildean para que Washington tome represalias. Que no nos suceda como con el Atpdea, preferencias que el presidente Correa menospreció, y perdimos. Hay que contrarrestar la mala propaganda. Que llegue pronto el beneplácito. Francisco Carrión no tiene tiempo que perder.
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