El país no puede estar condenado a vivir en permanente confrontación y zozobra, con la visión impositiva y autoritaria del poder, sin mayor información, explicación y debate, y no puede abrirse solo una tregua que difiera el malestar y maquille un ambiente de paz social mientras se realiza la visita del papa Francisco, cuando esto debe ser una construcción de todos para que sea permanente. Con ello, dedicarse más al desarrollo, la generación de empleo, impulsar la productividad y combatir la pobreza.
Un problema serio representa la pérdida de confianza, credibilidad y estabilidad, que no se quiere entender. No hay señales positivas cuando se presentan proyectos de ley. Es el caso del aumento del impuesto a las herencias y a la plusvalía, que luego se rectifica parcialmente cuando se reclama, pero se intenta insistir pese a la protesta generalizada.
El Gobierno tocó un tema muy sensible en la mayoría de las familias -aunque no es el único sino la gota que derrama el vaso- cuando propuso por la vía urgente aprobar el aumento del impuesto a las herencias. Más aún cuando por declaraciones oficiales el proyecto no tiene fines recaudatorios. Un error cuando se admite falta de información y de debate, con un mal cálculo político al remitir el proyecto el 5 de junio y el plazo para aprobarlo vencía la víspera de que arribe el Papa y por tanto encuentre un país casi incendiado.
La decisión del Ejecutivo del retiro de los proyectos fue un gesto parcial porque se produce temporalmente pese al rechazo mayoritario.
El Ecuador del 2007 ya no es del 2015. Han pisoteado el plan de gobierno que propusieron al comienzo. No han entendido, especialmente legisladores oficialistas, que es un tema muy delicado cuando se habla del patrimonio familiar y las herencias, que están protegidos por la misma Constitución que construyeron, aprobaron y pusieron en vigencia. El Gobierno reivindica el mejoramiento del nivel de vida de los ecuatorianos y es lógico que si tienen mejores ingresos aspiran a dejar a sus hijos algo superior de lo que están construyendo y no para que se lleve el Estado y que sirva para el enorme gasto público, que no quieren reducir radicalmente, pese a la crisis.
¿Cómo se puede avanzar en el cambio de matriz productiva que promociona el régimen con un sector productivo afectado seriamente con las propuestas pendientes, que desincentiva el emprendimiento, sin confianza ni certidumbre y que mantiene en vilo porque no se sabe qué va a pasar luego?
Una cosa es confrontar ideas, que es necesario, y otra enfrentar a unos ecuatorianos con otros cuando salen a la av. De los Shyris o en otros lugares del país, con un riesgo innecesario. ¿Por qué llevar a los funcionarios públicos para decir somos más? ¿Se irá el Papa y se profundizarán las posiciones irreconciliables? Esto tiene un mal presagio si no hay voluntad sincera para rectificar en diálogos sin condicionamientos.
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