En el curso de la primera semana de febrero se reunieron en Washington los presidentes Barack Obama y Juan Manuel Santos, para conmemorar los 15 años del Plan Colombia, acordado básicamente para combatir la violencia guerrillera y el narcotráfico en nuestro vecino del norte.
Como se recuerda, el presidente Andrés Pastrana, tras asistir a la Asamblea General de la ONU en septiembre de 1999, se trasladó en visita oficial a Washington para presentar a su colega estadounidense, Bill Clinton, el citado proyecto multidisciplinario, con la aclaración de que se trata de un instrumento de cooperación y no de intervención.
Si bien se habían realizado esfuerzos anteriores orientados a restablecer la paz en Colombia, fue la administración de Pastrana la que, desde agosto de 1998, lideró la acción del Estado y de la sociedad civil hacia la construcción de la paz como una prioridad nacional, incitando así a los grupos armados a involucrarse en una salida negociada del conflicto bélico.
El Gobierno consideraba que el proceso de negociación con las FARC (principal grupo guerrillero) abriría cauces a la reconciliación y al diálogo; desde esa perspectiva, creó una zona de distensión de 42 000 kilómetros cuadrados, para facilitar la negociación con los guerrilleros. Pero esa visión optimista no se reflejó en la realidad, porque las FARC no flexibilizaron su actitud y, con un doble discurso, consolidaron posiciones en el enorme territorio que se les había asignado.
Frente a la peripecia de Pastrana, su sucesor, Álvaro Uribe, enunció en su plataforma electoral una nueva actitud oficial de mano dura con los violentos y alcanzó un abrumador apoyo popular, que lo condujo al poder. Durante el ejercicio de su mandato, del 2002 al 2010, el presidente Uribe no dio tregua a los grupos armados, en especial a las FARC, por razones obvias. En definitiva, mediante el apoyo financiero y político del Plan Colombia, logró menguar la capacidad bélica de los alzados en armas. No obstante, el sombrío cartel del narcotráfico ha seguido muy activo lucrando de esa actividad ilícita.
Se calcula que la cooperación de Estados Unidos a través del Plan Colombia supera los 10 000 millones de dólares, en el curso de los gobiernos de Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama. Con motivo de la reciente visita del presidente Santos, Obama se comprometió a gestionar en el Congreso de EE.UU. la asignación de 450 millones de dólares en apoyo del Plan Paz, nueva denominación del Plan Colombia, y reiteró, con entusiasmo, que su país desea seguir como socio de estos empeños de Colombia por una paz estable y permanente.
Juan Manuel Santos, partidario del diálogo, ha puesto énfasis en la construcción de un proceso de paz con las FARC, mediante negociaciones directas que se desarrollan en La Habana desde hace tres años. A pesar de la complejidad del problema, aspira a lograr su objetivo el próximo 23 de marzo con la firma de los acuerdos contemplados en una agenda de seis puntos. Terminaría así una guerra que ha durado más de 50 años.