Somos una suma de contradicciones. Conmemoramos el 12 de octubre con discursos anticolonialistas, pero a la llegada de los españoles nuestros pueblos estaban sometidos por los incas. Seguimos colgados de los discursos sobre plurinacionalidad cuando aún no nos hemos soldado del todo para pasar de ser paisaje a ser país.
A riesgo de caricaturizar, pasamos a la modernidad con una dictadura que hizo riego, electrificación y salud con visión nacional y emitió leyes que duraron decenas de años. La democracia desgastó a unos partidos manejados como feudos y sin contacto con la realidad; una sucesión de gobiernos que terminó con una ‘estabilidad’ a punta de deuda, gasto, corrupción y manipulación institucional.
Hoy tenemos lo que tenemos. Una Asamblea desprestigiada con muchos integrantes en deuda con la justicia y a la que quieren llegar políticos interesados en la inmunidad y la impunidad. El fenómeno de la dispersión es más notorio en la elección presidencial; dos de los 17 binomios pudieran pasar a la segunda vuelta con un porcentaje bajo, y uno de ellos tendrá derecho a gobernarnos.
Algo que recuerda el modo en el que llegó Jorge Yunda a gobernar la Capital: con 21,3% de votos. Dejó que los otros se enzarzaran en grandes disputas y él se dedicó a una agenda de confraternidad. Parece que no caerán en esa tentación los tres más opcionados. Están hablando sobre todo de economía, y aparentemente están contra los ajustes del FMI. Seguramente tienen la fórmula para sostener la dolarización y para lograr los recursos con los que el país no cuenta para funcionar mínimamente. Ya nos lo explicarán en detalle.
Actuar como el Alcalde sirve para llegar al cargo pero no para gobernar. Peor para proyectarse a la política nacional. Yunda es el segundo alcalde en seguidilla que se ocupa más de sí mismo que de gobernar. Con Rodas nos pasó lo mismo y las consecuencias están ahí: le fue mal a la ciudad y le fue mal a él, pese a que se pasó cuidando su imagen presidencial.
Yunda ha tenido un proceder poco claro frente a los daños causados a la ciudad hace un año. La imagen de mediador no cubrió las omisiones y hoy la sinuosidad no sirve frente a las interrogantes sobre su papel político.
Hace unos meses, la indagada compra de pruebas para detectar el covid-19 coincidió con problemas en varias gerencias; subsisten los problemas en el grandilocuentemente llamado relleno sanitario de El Inga. No basta argumentar que la responsabilidad, por un lado, es de los gerentes y, por otro, del Concejo.
Si el método no sirve para gobernar un país, por supuesto no sirve para una ciudad que necesita un liderazgo y un rumbo. No es posible lanzarse a la piscina y no mojarse.
Este emprendedor de buen sentido común aún tiene tiempo para cambiar de método, en medio de los pedidos de revocatoria e incluso de voces inaceptablemente prejuiciosas.