Fue hace pocos días en Panamá con la presencia de 35 países y de más de la mitad de presidentes latinoamericanos, que en su mayoría, son abierta y decididamente democráticos; a diferencia de Cuba con 56 años de castrismo, y de otros como Ecuador, Bolivia, Venezuela y Nicaragua, que hacen un bloque diferente. Aparte de la agenda propuesta de tipo general y abierto, los países estrella fueron Estados Unidos y Cuba con Obama y Castro que estrecharon sus manos.
La separación de cinco países revela que la posición contra el imperialismo norteamericano ya no tiene sustento ni mayor cobertura. Más aún, cuando Venezuela ha entrado en el camino abiertamente dictatorial con el deficiente gobernante Maduro, quien considera que el opositor Alcalde de Caracas debe estar encarcelado, junto a otros prisioneros.
Aquel saludo directo indica estar próxima la instalación de embajadores en Washington y La Habana, aunque siga seriamente vigilada la oposición interna en Cuba y no haya ningún anuncio de liberación de presos políticos; y que continúe el periódico Granma como el único en circulación. Esta realidad cubana habría dejado el estrechón de manos como un acto simbólico.
Pero hay que destacar, en cambio, la confrontación que tuvo Ecuador con Estados Unidos, ante la acusación que le hiciera desde el podio de la Cumbre, de que con esta Segunda Independencia de América Latina se terminaría toda injerencia, tutela o intervención, y que “una buena prensa es vital para una buena democracia, pero también debemos coincidir que una mala prensa es mortal para esa democracia, y la prensa latinoamericana es mala, muy mala”.
Al replicar Obama expresó que a su país no le interesa inmiscuirse en asuntos de otros Estados, pero que debe denunciar hechos contra los DD.HH. con base en un ideal, porque cree que no se debe encarcelar a las personas que no concuerdan con la opinión de uno; siendo esto lo correcto. Agregó que: “Quizás el presidente Correa tenga más criterio que yo en distinguir una prensa mala y una buena. Hay un montón de medios que creo son malos porque me critican, pero siguen hablando (funcionando) en EE.UU., porque yo no confío en un sistema en que una sola persona haga esa determinación”.
Para concluir, afirmó que si se cree en la democracia, se debe a que todo el mundo tiene la oportunidad de hablar y ofrecer sus opiniones sin límites, pero siempre que no conduzcan a la violencia.
Una vez más, el pensamiento presidencial ecuatoriano abrió este espacio de confrontación innecesario, en contraste con el acercamiento físico entre Obama y Castro, pensando quizás, que nuestro pueblo le estaría apoyando. ¿Cómo lograr que haya un cambio de estas actitudes olímpicas que pueden aislarnos más? Es de esperarse que, como todavía falta más de dos años de gobierno, tome una actitud ponderada y serena en beneficio del país y su pueblo.