Una vez más se ha evidenciado que el ejercicio del poder absoluto presidencial vive fusionado con el Legislativo, que en otros regímenes democráticos constituye su imprescindible columna independiente, esto es, desarrollando la actividad en su propio espacio de poder autónomo. Ahora, se ha mostrado apoteósico, para que concluyan en tranquilidad los próximos dos años de largo período presidencial, y cuyo anhelo sería pasar a ser vitalicio en el 2017, después de 10 años y medio; tiempo inédito nunca vivido en casi 200 años republicanos.
Dicha evidencia sucedió en aquel saludo puntual que dio Gabriela Rivadeneira, minutos antes de las 06:00 del segundo lunes de mayo, cuando llegó a un acuerdo para ser reelegida como presidenta de la Asamblea Nacional, y también las dos vicepresidentas, Marcela Aguiñaga y Rossana Alvarado, con lo cual el poder femenino llegaba al éxtasis político junto a la exquisitez presidencial.
Para completar el esquema, también hay en ciertas cúpulas del poder, que son los inhibidos. La feminidad en el ejercicio del poder político parece que está diluida en la vorágine que le ofrece el poder presidencial. La tradicional percepción ciudadana se forjó en la alternancia del Poder Legislativo cada dos años, y de la elección de la Presidencia de la República cada cuatro años. Al exceder ese tiempo, casi tres veces, y pasar a la década del mismo mensaje y estilo de Gobierno, se ha cambiado la visión de la alternancia tanto presidencial como legislativa, hasta saturarse del verdeflex de un movimiento político, que liquidó las alboradas multicolores del pluripartidismo, al igual que cambió la vestimenta formal que incluía terno y corbata, por trajes informales, que se presentan en color blanco. Son los signos del tiempo político correísta. El histórico terno de vestir a lo clásico de las personas que ejercen el poder en el mundo ha concluido en el Ecuador del siglo XXI.
Ahora, en medio de una crisis económica palpable, porque se acabó la abundancia de recursos petroleros con altísimo precio sobre USD 100 el barril, y que dejó una burocracia repartida en varias decenas de ministerios bien dotada de subsecretarías, direcciones nacionales y regionales, así como de centenares de técnicos y empleados, se ha recurrido al endeudamiento creciente externo, y a la intervención en dinero particular como aquel del fondo de cesantía y ahorros del magisterio, que equivalió a una confiscación. ¿Ya creció la pobreza?
Los dos años que faltan de ejercicio constitucional mantendrán la fusión, porque así las necesidades de uno y otro tienen satisfacción plena. Por tanto, las voces disonantes de apenas 30 asambleístas continuarán muchas veces dispersas, y otras unidas, ante un centenar compacto de fieles al poder presidencial. Será muy difícil que se rompa esa fusión entre el poder presidencial y el Poder Legislativo, y la oposición política debe continuar denunciándola.
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