Se destapó la olla podrida en el fútbol internacional y ello abre un camino de esperanza para las víctimas que viven sometidas a la tiranía de los feudos secretos, las cofradías y las soberanías nacionales malentendidas. Es posible, parece, penetrar los muros de silencio que resguardan la corrupción y hacer públicos los arcanos de los caudillos que se refugian en el engaño y en la apariencia.
La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) era un feudo impenetrable gobernado por señores que gozaban de reelecciones indefinidas y controlaban a sus electores ofreciéndoles generosamente dinero, viajes, honores; en suma asegurándoles el buen vivir.
Todo es posible en una organización que tiene ingresos por miles de millones porque el fútbol parece un juego, pero es un fenómeno sociológico universal y una multinacional de los negocios que incluye turismo, construcción, derechos, medios, estrellas y política. Cada cuatro años organiza el espectáculo más grande del planeta.
Los señores del fútbol, claro, se sienten intocables. Las estrellas son capaces de gambetear desde la defensa hasta la delantera, pasando por la Policía y los inspectores de impuestos. Los dirigentes se dan el lujo de amenazar a los Estados, de izquierda o de derecha, con excluirlos del espectáculo si pretenden interferir con sus negocios.
Así funcionaba la FIFA hasta el miércoles pasado, cuando reunidos en un hotel de lujo en Suiza se disponían a reelegir por quinta vez al dueño del circo; pero antes de la votación llegó la Policía y se llevó presos a siete señorones por pedido de las Fiscalía de Estados Unidos.
Suiza, por su parte, inició un proceso para determinar si hubo, como se ha denunciado, ríos de dinero para asegurar la sede de los mundiales venideros para Rusia y Qatar.
Una corte de Brooklyn presentó cargos por lavado de dinero, crimen organizado y 45 delitos más contra 14 altos dirigentes, por supuestamente cobrar y pagar “sistemáticamente” sobornos y comisiones por USD 150 millones.
El golpe dado a la FIFA es un escándalo económico, político y diplomático. El primer ministro de Inglaterra, David Cameron, ha pedido la renuncia al Presidente de la organización, que se aferra al cargo con el argumento infantil de que no podía controlar a todos, todo el tiempo.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en cambio, lo defiende y acusa a los Estados Unidos por intentar aplicar su justicia extraterritorialmente.
Todo se vino abajo para los corruptos ante los esfuerzos coordinados de transparencia. Contra la corrupción la transparencia es un remedio infalible.
Todo este escándalo es señal esperanzadora porque muestra, a los caudillos que mantienen secuestrados países y organizaciones, que los poderosos que se amurallan en la autonomía y el secreto, pueden terminar derrotados por la transparencia y sometidos a la ley.
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