Quentin van Enis,maestro de conferencias en la Universidad de Namur, Bélgica, acaba de publicar un libro sobre ‘La libertad de prensa en la edad numérica’, en el que examina los efectos del desarrollo tecnológico en lo tocante a los derechos de recibir y entregar información.
Afirma que la libertad de prensa es un corolario lógico de la libertad de opinión y señala que la sociedad, al reconocer su importancia, ha puesto de relieve la necesidad de protegerla de las desviaciones y abusos del poder.
La globalización y los adelantos tecnológicos han conferido un carácter mundial a los temas relativos a la libertad de prensa, confirmando así la prioridad de los derechos humanos sobre la soberanía interna de los Estados. La libertad de informar es consecuencia directa y lógica de la de opinar y ambas son esenciales. Por otro lado, las nuevas tecnologías han colocado en manos de todos la posibilidad y el derecho de transmitir sus opiniones, lo que contribuye al debido ejercicio del derecho de recibir informaciones sobre los temas de interés general.
Resulta incoherente, en consecuencia, que mientras las redes sociales han llegado a convertirse en una forma usual de periodismo moderno, el Estado pretenda regularlas. Legislar sobre tales libertades implica el riesgo de afectarlas directa o indirectamente.
El importante estudio hecho por el profesor Van Enis demuestra que, a pesar del posible mal uso que pueda hacerse de los medios modernos de información, mayor es el peligro de que, al pretender reglamentarlos, se termine afectando a las libertades fundamentales de expresión o de prensa que cada uno de nosotros puede ejercer precisamente usando los referidos medios tecnológicos.
La jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos da un trato especial a la institución de la libertad de prensa, tanto como a quienes la ejercen, tomando en consideración el derecho general de recibir información.
Revisando la historia, Van Enis manifiesta que, al ser progresivamente liberada de las censuras, la prensa se ha convertido en un agente apto para evitar la colusión entre quienes detentan el poder, actividad que ahora también cumplen en las redes sociales las personas que practican un ‘periodismo ciudadano’ beneficioso por múltiples razones.
Como las redes sociales son cada vez más usadas para informar y ejercen una creciente influencia en la vida de las sociedades, hay que reconocer al Estado la facultad de tomar medidas para favorecer el equilibrio en la emisión de informaciones, lo que debe hacer respetando su ‘obligación negativa’ de abstenerse de intervenir en los dominios reservados a la prensa.
Por último, el libro señala que en la actualidad, el significado de la libertad de prensa –de importancia universal reconocida- no puede ser determinado solamente a escala nacional.