La situación del Ecuador es crítica. Pienso que sí hay salida, pero esta –al igual que en el ejercicio que se hace para rehabilitación de los alcohólicos, en los programas de “alcohólicos anónimos”- pasa por reconocer que la economía -y como consecuencia de su gravedad, la sociedad- está en crisis. El Gobierno persiste en negar la crisis, hasta asume que el resto del mundo admira la forma en que se ha manejado la economía, mientras la realidad es otra.
A pesar de que el Ecuador, desde diciembre del 2015, ha privilegiado pagar el servicio de bonos de deuda externa (amortización e intereses) y aun arreglar con la Oxy, por el fallo arbitral a favor de esta, sobre cualquier obligación interna de pago en el Ecuador, mientras a mediados de diciembre del 2015 el riesgo país se movió alrededor de 1 250 puntos, al 26 de enero del 2016 está en 1 592 puntos. En poco más de un mes, el deterioro supera el 27%. El resto de América Latina -solo excluyendo a Venezuela- está sensiblemente más/menos 500 puntos -menos de la tercera parte del riesgo del Ecuador-. Venezuela se halla en 3 722 puntos.
¿Por qué? Faltan confianza y credibilidad.
Desde el Gobierno se afirma que se está saliendo de incumplimientos. A un segmento importante de acreedores, se le ofrece bonos emitidos por el Banco Central utilizables para pagos al SRI y al IESS, pero esos pagos solo son una parte de otras obligaciones de pago que tienen los gobiernos seccionales y contratistas o proveedores que si quieren negociar los papeles con terceros, como no causan intereses, solo pueden negociarlos con importantes descuentos. Esos bonos no tienen respaldo específico, sino solo las cuentas del Gobierno, que están secas y escuálidas. A otros acreedores no se les paga por meses y semanas.
Hay un creciente desempleo -y en forma acelerada- tanto en el sector público como en el sector privado; en este último, usualmente las liquidaciones traen conflictos y juicios laborales. En el sector público, simplemente quedaron afuera.
En los centros de salud no hay los insumos básicos para atender a los pacientes -parece de Ripley, “aunque usted no lo crea”, porque a la vez se quiere construir más unidades hospitalarias, porque en la construcción y el equipamiento podría estar el negocio-.
Médicos serios se niegan a atender a los pacientes, por la preocupación que la falta de reactivos y condiciones de operatividad signifiquen mayor riesgo para la salud -y aun para la vida-. Por escrito, en el sector público se han suspendido atenciones y cirugías, se prefiere que los que requieren atención médica sepan que en esos hospitales no existen las mejores condiciones para el efecto.
Todos, dentro y fuera del Gobierno, debemos esforzarnos por tener un Ecuador confiable y creíble.