Pocos presidentes en nuestra historia han estado tan inmiscuidos con la moralidad, la ética y la justicia como Correa… al menos en cuanto a su discurso.
Desde la moral de los certámenes de reinas de los colegios, el aborto, la familia, a aquello que puede/debe ser materia de chistes, etc.; Correa se ha pronunciado sobre todo. Es nuestro sacerdote de los sábados, que convoca a una misa multitudinaria – ni las ‘mega churches’ de EE.UU. tienen una retransmisión mínimamente comparable – donde no se guarda de puntualizar cada error ético y tronar contra cada injusticia.
Pues bien, se está tramitando el Proyecto de Ley Orgánica de Remisión de Intereses, Multas y Recargos. Esta norma establece a grosso modo un sistema de eliminación de intereses en mora, multas y recargos para los contribuyentes que hayan incumplido o cumplido defectuosamente sus obligaciones tributarias. Se trata de una condonación amplia que puede llegar a eliminar el 100% de estos valores adicionales.
Es una medida clásica de los países en dificultades económicas. Consiste básicamente en ofrecer a los morosos e incumplidos una pequeña ventana temporal para que paguen lo adeudado sin que tengan que soportar las consecuencias fiscales de sus culpas. Así, nuestro SRI estima poder recaudar al menos USD 500 millones con este plan.
Pero se trata de una medida que pasa muy mal, y que duele a muchos gobernantes por su carácter tremendamente injusto. ¿Y los ciudadanos que sí cumplieron con sus obligaciones? Todo el rigor, el sentido de responsabilidad, los sacrificios para hacer los pagos a tiempo… todos estos valores que el Estado debería fomentar, los manda por el escusado al hacerlos inútiles.
Básicamente, las dificultades económicas son el motivo para nivelar a incumplidos y responsables. El valor de cumplimiento sobre el que se basa todo el sistema jurídico se va al tacho, junto con los principios de justicia… pero todos los derrapes se permiten en aras de satisfacer al presupuesto.
En España, en el vértice de su crisis en el 2012, se aprobó una medida similar llamada amnistía fiscal. En Argentina el gobierno de Cristina Fernández hizo dos condonaciones en un plazo de cuatro años. Los contribuyentes argentinos deben preguntarse ¿para qué cumplir con las obligaciones tributarias si ya mismo llega otro perdón colectivo? Son muchos los países que lo han practicado; pero en todos y cada caso se supo que se ha erosionado el sistema y se menoscabó la responsabilidad de los ciudadanos cumplidos. Pero bueno, todo sea por el bendito presupuesto…
A ver si nuestro sacerdote de los sábados nos habla de esta injusticia en su próxima sesión. Sopa de tu propio chocolate, o mejor dicho en este caso, Correa con tu propio cuero.