Norberto Bobbio sostiene que el criterio para diferenciar la izquierda y la derecha consiste en relacionar dos aspiraciones sociales: la libertad y la igualdad. La tendencia a privilegiar la búsqueda de la igualdad sería el distintivo de la izquierda, mientras la derecha se caracterizaría por la proclamación prioritaria de la libertad. Según las combinaciones que pueden darse entre estas dos aspiraciones, podrían definirse también el centro-izquierda y el centro-derecha: ambos tratarían de conquistar simultáneamente la libertad y la igualdad, y la diferencia entre ellos solo estaría dada por el orden de prioridad que se asignaría a esas aspiraciones.
Este criterio es imperfecto sin embargo. Ubica en el mismo plano dos valores que no tienen la misma jerarquía. Si la igualdad no está dada por la naturaleza al ser humano, pero se impone como una necesidad ética de justicia, la libertad está inscrita en el corazón mismo de nuestra especie: un ser humano es aquel que solo puede existir en la medida en que es libre. La lucha por la libertad, que según algunos ha sido el motor de toda la historia humana, no es, por consiguiente, una lucha por conquistar lo que el ser humano ya tiene por sí mismo, sino por lograr su reconocimiento por parte de los demás y sobre todo, por parte del Estado.
El riesgo de los regímenes que se califican a sí mismos de izquierda, cuyo destino ha sido casi siempre la construcción de Estados totalitarios, o cuando menos autoritarios, consiste precisamente en haber olvidado la condición esencial de libertad que acompaña siempre al individuo humano. Sus propósitos éticos de alcanzar la igualdad han sido proclives a olvidar el fundamental respeto de la libertad. No es que por ello los individuos hayan dejado de ser libres (y lo serán incluso si llegan a elegir la muerte frente al poder), sino que el Estado tiende a desconocerlo, bajo el criterio de que su obligación consiste en asegurar la igualdad, para devolver después a los individuos la libertad pasajeramente enajenada.
Esta, desde luego, podría ser una explicación de las aberraciones a las que llegaron históricamente todos los experimentos de edificar Estados igualitarios en nombre de la izquierda. Pero me parece que calificar de “centro-izquierda” a la defensa conjunta de la libertad y la igualdad, me parece una manera de desdibujar las cartografías políticas, entre otras cosas, porque el fundamento para las distinciones aludidas consiste en considerar una sociedad que no existe: lo que existe son las sociedades atravesadas por las contradicciones de las clases, constituidas de acuerdo al tipo de participación que cada una tiene en los procesos productivos. No en vano el origen de las denominaciones de izquierda y derecha fue de naturaleza tópica: aludía a la posición que en la Asamblea Nacional de la Francia revolucionaria ocupaban los diputados del clero y la nobleza (a la derecha del presidente), y los del “estado llano” o naciente burguesía (a la izquierda del presidente). Olvidarlo es empañar la claridad de las ideas.