La cruda realidad

El Tiempo, Colombia, GDA

Después de que ayer el precio del petróleo franqueara brevemente el límite simbólico de 80 dólares por barril –en el caso de la variedad WTI–, cobraron más relevancia las advertencias de expertos sobre el efecto que esta situación tendrá sobre la economía colombiana. Y es que desde mediados de junio las cotizaciones del crudo vienen en senda descendente, que se estabilizaría, según analistas especializados, en niveles parecidos a los actuales, lo que nos afecta.

El más obvio es el del comercio exterior. Entre enero y agosto pasados, las exportaciones del capítulo de hidrocarburos representaron el 55% de las ventas externas del país. Dicho monto es inferior en más del 2% respecto al 2013, reducción que debería agudizarse por lo sucedido recientemente. Ese es uno de los factores que permiten entender por qué la balanza comercial pasó de tener un saldo en negro a uno en rojo entre el año pasado y el actual, sin perspectivas de mejoría a corto plazo.

No menos fundamental es el aporte del sector a las cuentas públicas. Mientras la Casa de Nariño sostiene que el ramo contribuye con el 15% de los ingresos fiscales, algunos académicos hablan de una cuarta parte. Sea como sea, se trata de la principal fuente de recursos.

En respuesta, el Gobierno sostiene que la situación está bajo control. Hace una semana, en la celebración de los 20 años del Consejo Gremial, el presidente Juan Manuel Santos aseguró que la administración hará lo necesario y lo posible para contrarrestar el efecto de los menores precios del crudo y para fortalecer la actividad con el fin de aumentar la extracción del combustible.

No obstante, vale la pena reconocer que la corrección ha sido más fuerte de lo que muchos preveían. A pesar de la convulsionada situación de Oriente Próximo, el bombeo ha subido en países como Iraq, mientras que otros productores importantes también han aumentado su ritmo. Mención aparte merece Estados Unidos, que, mediante el uso de técnicas no convencionales como el polémico fracking o fractura hidráulica, se volvería autosuficiente a la hora de atender su consumo de insumos energéticos.

La combinación de tales factores ha hecho que la oferta supere a la demanda y que el valor del barril caiga. Hasta cuánto, es imposible saberlo, pero las apuestas hablan de unos 75 dólares, a menos que tenga lugar un evento súbito e inesperado que impida el normal desarrollo del mercado.

A falta de esa eventualidad, lo que procede es que el país empiece a hacer cuentas con base en escenarios más pesimistas o –dirían algunos– realistas.

En el Marco Fiscal de Mediano Plazo, la proyección utilizada es de 98 dólares por barril, la misma que se usó en el presupuesto del 2015, que viene de ser aprobado en el Congreso. Es cierto que el alza que se ha visto en la tasa de cambio compensa en algo lo ocurrido, pero no lo suficiente para disimular el golpe que se avecina.

De manera que hay que enfrentar con mayor determinación el cuello de botella.

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