El genocidio armenio

Cuando faltaba poco más de una semana para que se cumpliera el centenario de la matanza del pueblo armenio a manos de la Turquía otomana, el papa Francisco ofreció anteayer en la Basílica de San Pedro una misa que marca un hito de proporciones. Fue la primera vez que un líder de la Iglesia Católica se refería a ella verbalmente como “genocidio”. Según las propias palabras de Francisco, “un exterminio terrible y sin sentido”, “una horrible masacre”.

Con su valiente evocación del horror vivido por el pueblo armenio en el conflicto iniciado el 24 de abril de 1915, a lo largo del cual más de un millón y medio de personas fueron cruelmente asesinadas, sospechadas de haber albergado sentimientos nacionales hostiles al gobierno otomano, Francisco ratificó la clara postura que ya había dado a conocer sobre el tema cuando era arzobispo de Buenos Aires. “Genocidio” y no de otra forma había llamado Jorge Bergoglio a esa aniquilación en el libro ‘Sobre el Cielo y la Tierra’, que escribió junto con el rabino Abraham Skorka.

La reacción de Turquía sobre los dichos del Papa no se hizo esperar. Las autoridades de ese país los consideraron un insulto y retiraron a su embajador en el Vaticano. En una nueva misa, Francisco dijo que “el camino de la Iglesia es el de la franqueza”, con lo que demostró que no revisará sus declaraciones sobre su calificación respecto de aquellos hechos aberrantes.

Destruir un pueblo es un genocidio y Turquía se niega a admitir lo sucedido, insistiendo en que no hubo ningún plan de exterminio. Sin embargo, esas muertes sucedieron como consecuencia de las miles de deportaciones realizadas hace un siglo con extrema dureza, los secuestros, las torturas, el hambre, las enfermedades y el cansancio agotador infligidos a quienes se obligó a marchar inhumanamente desde Armenia y Anatolia hacia tierras lejanas, a través del desierto, en condiciones de total y absoluto desamparo.

Se trata, por cierto, de un genocidio, en este caso perpetrado pocas décadas antes de que la comunidad internacional aprobara en las Naciones Unidas la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

¿Por qué se recuerda el 24 de abril como punto de partida de ese exterminio? Porque ese día, en 1915, varios cientos de armenios, incluyendo religiosos, intelectuales, profesionales, líderes y ciudadanos destacados fueron arrestados y deportados para, luego, muchos de ellos, ser asesinados. Allí se evidenció la ejecución del sistemático plan de exterminio urdido y puesto en marcha contra el pueblo armenio, inicialmente por los llamados “jóvenes turcos”, usando para ello las FF.AA., así como organizaciones milicianas irregulares, algunas de las cuales estaban conformadas por convictos.

Esa fecha, entonces, resume la multiplicidad de crímenes de lesa humanidad contra los armenios.“No podemos silenciar lo que hemos visto y escuchado”, dijo el Papa. Y eso nos obliga a bregar porque se deje de derramar la sangre de tantos inocentes.

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