Una decisión drástica se tomó el jueves: cerrar 33 canteras de las 44 que operan en el sector aledaño al epicentro del sismo.
Las canteras próximas a la Mitad del Mundo surten de material a la mayoría de construcciones de la capital. Como se sabe Quito ha experimentado en los últimos tiempos un auge de esta actividad y la demanda es creciente.
Hace dos años se decidió cerrar las canteras en vista de dos problemas principales y confluyentes: el impacto ambiental – se hace irrespirable la atmósfera – y la seguridad de los trabajadores y vecinos de la zonas de explotación.
El tema es complejo. Mientras los moradores se quejan de modo permanente por las molestias a su salud, el ruido , la persisntente congestión y suiciedad que dejan las volquetas, otros habitantes del sector se nutren de las canteras como fuente de trabajo y único ingreso.
Es una polémica dificil de superar.
Otro tema que tiene que ver con la explotación del material de estas zonas mineras es la calidad de la extracción, los métodos ambientales, los rigores técnicos y, por cierto , el relativo a los costos en la industria de la construcción.
Traer material de sitios más alejados encacería los presupuetsos y dificultaría el tráfico en distintos puntos, diferentes a la vía a la Mitad del Mundo.
Las canteras, su autorización y cuidado están a cargo del Gobierno central y no, como érroneamente se dijo, del Cabildo, que, tarde o temprano, debe asumir esa competencia. La solución es integral y lucer difícil. Debe ser justa y coherente.