La década del poder absoluto presidencial, que se inició en el 2007, culminará en seis meses más. Y será el corolario de quienes se postulen para llegar a ejercerlo a partir del 24 de mayo del 2017.
Esos candidatos se encontrarán con un frondoso y abultado fardo institucional, que ha ido creándose en desmedro de las contiendas democráticas de ideas sin insultos, ni mensajes subrepticios porque así fueron difundidas en las amplias capas del pueblo ecuatoriano.
Esto ha sucedido durante la vida republicana en más de 180 años, y constituye el mejor recuerdo para la población joven.
Ha sido un trabajo político necesario del pluripartidismo alterado estos 10 años. Y se ha ocultado a las nuevas generaciones ecuatorianas, porque ha estado celosamente cubierto por el mensaje único correísta.
En paralelo, las contiendas electorales que se aproximan para rescatar la democracia en las elecciones presidenciales del 2017 tienen que afrontar la influencia del Gobierno hacia el candidato propuesto al interior de la esfera del poder.
Desde estas perspectivas reales con que se encontrarán las instituciones administrativas, inevitablemente se hace dura la contienda para difundir los mensajes de las fuerzas opositoras que intentarán desplazar a cualquier candidato proveniente del correísmo.
Pero en el juego político pueden constituirse en factores adversos al triunfo oficial, y podrían actuar como imanes aglutinantes, para sumar fuerzas capaces de producir una de las derrotas más contundentes para acabar esta etapa hegemónica que ha vivido nuestro pueblo, carente de democracia.
Por estos elementos, hay una serie de lagunas difíciles de navegar, porque esas aguas han ido cubriendo espacios que se han vaciado de contenido democrático, para convertirse en espacios bajo control del Gobierno nacional.
Encabezan la lista la Asamblea Nacional y la Corte Constitucional. Luego encontramos al sumiso Consejo Nacional Electoral, y le sigue en ese camino el Consejo de la Judicatura-poder judicial. Estas cúpulas son los soportes básicos del poder absoluto presidencial.
Al considerar la existencia de condiciones nada independientes que tienen dichos organismos de efectivo dominio institucional, los encontramos con vistosa vestimenta democrática, cuando en realidad están integrados por personas muy adheridas al Gobierno de turno, con lo cual han destruido totalmente su imparcialidad.
Teóricamente, se ha producido el vacío del contenido democrático en aquellos que debían ser sus pilares, para constituirse en instituciones de apoyo directo al poder absoluto presidencial.
Por todo ello, se vislumbra una tarea muy difícil para la oposición.
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