Sí, crece el descontento de los sectores populares en los países gobernados por el Socialismo del siglo XXI, en los de la Alba (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América), creada por el coronel Hugo Chávez. El caso de Venezuela no puede ser más patético. Nicaragua es otro tanto. Ecuador no se diga. También Bolivia.
Los equipos de propaganda de este bloque hábilmente han aislado y deslegitimado a los movimientos de oposición de Venezuela arrinconándolos como expresiones de las derechas, cubriendo en parte, el desastre económico, político y social de este país hermano que se lo ve hundido e inviable.
En el Ecuador, la proliferación de múltiples voces disidentes de todo el espectro político, social y económico, pero con un singular protagonismo de los movimientos ecologistas, de género, de estudiantes, de maestros, médicos, obreros e indígenas, con la legendaria Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), dentro sus cabezas más visibles, ha reducido al mínimo, el discurso de descrédito gubernamental contra sus opositores, como en Venezuela, al intentar colocarlos como expresión de las derechas. Al contrario, la mayoritaria presencia de diversas voces alternativas y críticas, y de una clase media democrática y sin partido, han desteñido la cuidada imagen de la revolución ciudadana en el exterior.
En América Latina, los ingenuos y poco informados, dudan de la revolución ciudadana. Los que siguen creyendo son los del mismo club, los burócratas, contratistas, consultores y empleados de los autodenominados gobiernos “progresistas”.
En Bolivia, la cosa pinta similar que en Ecuador. Aunque con una economía mejor cuidada que la ecuatoriana; el centralismo, el extractivismo, las restricciones democráticas, el racismo, el culto a la personalidad e incluso las pretensiones de Evo Morales, de prolongarse en el poder, le han alejado de los movimientos indígenas y sociales alternativos.
Llegan cada vez más noticias de movilizaciones y de voces disidentes. Una de estas, con gran presencia ética, académica y política no solo en Bolivia, sino en América Latina, es la de la historiadora Silvia Rivera Cusicanqui.
Ella, en reciente entrevista (https://www.paginasiete.bo/nacional/2015/9/29/) habla abiertamente: “Por el momento el “vivir bien” es una palabra hueca… es la parte de la Constitución que es un saludo a la bandera y no se cumple para nada”; “retroceso radical de todo lo que dice la Constitución Política del Estado y la Ley de derechos de la madre tierra”; “La destrucción de lo común o el mal vivir del proceso de cambio”; “riesgos de una reelección presidencial”… “no se asume que el poder es rotatorio y alternado, que no busca la reelección perpetua”…
En Bolivia y en Ecuador, los pueblos siguen en la ruta. Los gobiernos se han desviado.
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