Tocó fondo el ciclo recesivo, entramos en estabilidad económica con visos de retomar la senda de crecimiento, es el mensaje del Presidente. En cada oportunidad que se les brinda, recalcan la mejoría de los indicadores, la convalecencia de la liquidez, el retorno del superávit comercial, los grandes proyectos de inversión. Una de las tareas económicas de un gobierno es manejar las expectativas, y nuestras autoridades lo saben hacer muy bien. Pero las cosas se les presentan cuesta arriba.
No hay empleo. Entre el segundo trimestre de 2015 y 2016, ingresaron 254 mil personas al mercado laboral, y no encontraron empleo. Al contrario, se perdieron 87 mil empleos adecuados. De esta masa humana, 254 mil tuvieron que contentarse con trabajo inadecuado (definiciones del INEC) y 72 mil cayeron en desempleo.
Una encuesta del Comité Empresarial entre sus integrantes revela que el 74% de las empresas reducirán el número de empleados en lo que resta del presente año, 24% lo mantendrán igual y sólo 1% tomará más empleados. Las perspectivas son un peor panorama de empleo en el segundo semestre.
Entre los empresarios, no ha convencido el mensaje que se ha virado la esquina del ciclo económico. El nivel de pedidos de clientes para entrega en los próximos meses se redujo para el 64% de las empresas, se mantiene igual para 36%, y aumentó para 1%, seguramente las mismas que crearán empleo.
Las expectativas negativas del sector empresarial no se circunscriben al deprimido mercado interno. En el primer semestre las exportaciones no petroleras cayeron 7,5%. Preguntados como cerrarán las exportaciones este año, 78% de los encuestados estiman que serán menores y 22% que serán iguales. Ningún encuestado estima que se incrementarán. Para los empresarios, la mejoría que se hace sentir en julio y agosto se debe a la infusión de USD 2 500 millones de créditos externos que las autoridades obtuvieron en junio y julio. La mayor liquidez sólo durará hasta que las autoridades gasten todo este dinero y comiencen de nuevo a atrasarse en pagos: en diciembre hay una enorme necesidad de financiamiento. Todo dependerá de si vienen otros desembolsos por miles de millones.
No pueden manejarse las expectativas solo con declaraciones optimistas. Es también necesario asentarlas sobre realidades. Los agentes económicos se alarman con el incremento del crédito del Banco Central al fisco; hay que poner fin a ese financiamiento.
Es necesario reducir el gasto público catalogado de permanente: eso es ajustarse al menor nivel de ingresos petroleros.
Sólo así se logrará que los agentes económicos apuesten a que las cosas van a mejorar, que los ahorristas saquen el dinero del colchón y lo metan en los bancos, que las empresas inviertan y contraten empleados.