El tema de la reelección indefinida vuelve a ponerse en discusión en América Latina. Hace pocos días, tras varios meses de intensa presión, el Tribunal Constitucional (TC) de Bolivia, ha fallado en favor del presidente Evo Morales, permitiéndole presentarse nuevamente a los comicios del 2019. Con ello, ejercería el poder por cuarta vez y por 19 años consecutivos.
Pese a que la reelección indefinida fue rechazada por el 51,3% de la población en el referendo del 2016, Morales, al igual que otros gobernantes de la región, insisten en mantenerse aferrados al poder.
Nicolás Maduro en Venezuela no se queda atrás. Aunque su gestión como presidente ha sido nefasta, ha mencionado que quiere seguir en el poder por al menos 20 años más. La votación es el próximo año. Es muy factible que lo logre luego de que la oposición no pudo llevar adelante el referendo revocatorio y, con un Consejo Nacional Electoral controlado por el oficialismo, se hace cuesta arriba una competición justa y sin fraude. Eso explica que en las recientes elecciones para gobernadores el chavismo haya triunfado de manera aplastante.
Sí, eso es lo que produce la reelección indefinida. El Estado de derecho se debilita y todo pasa a depender de una sola persona. Con ello todo tiende a degradarse. Lo que pasa actualmente en Venezuela (inseguridad y violencia, hiperinflación, desabastecimiento de productos y economía en quiebra, corrupción…) es producto del régimen político imperante.
Si un presidente se ha desempeñado de manera destacada y meritoria durante un período de gobierno es lógico que pueda optar por ser reelegido por una vez más como sucede en Estados Unidos y ciertos países de la región donde prevalece el sistema presidencial. Sin embargo, la permanencia de los presidentes por más de dos ocasiones es contraproducente. Pierde la democracia, la nación y sus ciudadanos.
Aunque Morales, comparado con los regímenes de Correa y Maduro, ha sido el que mejor desempeño ha tenido (en especial en materia de crecimiento económico), Bolivia está sumida en el subdesarrollo. Sin embargo, los niveles de corrupción, penetración del narcotráfico, injerencia del Ejecutivo en otras funciones del Estado y abuso de poder han sido igual de preocupantes que en Ecuador y Venezuela.
En medio de este escenario lamentable, llama positivamente la atención la actitud del actual presidente del Ecuador, Lenín Moreno. Podría dejarse llevar por las mismas motivaciones de Morales, Maduro o Correa pero no lo ha hecho. Al contrario, ha planteado consultar al pueblo la opción de eliminar la reelección indefinida. Esto, junto a otras reformas como la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, nos permitirá salir de ese pantano al que nos llevó Correa.
Salir de ese hueco nos va a costar muchos años. No obstante, es importante que el presidente Moreno haya iniciado con algo y al menos lo fundamental.