Razones no me faltaron

De bandazo en bandazo, es la historia de la gestión pública que nos ha caracterizado. Una nave al garete nuestro desventurado país, en todos los frentes. De ahí que los resultados de las últimas elecciones, luego de 10 años de gobierno de Rafael Correa, sorprenden. Habrá continuidad, hasta donde es posible predecir, de políticas de Estado que apunten a lo que es importante a criterio de cada cual. En mi caso, la educación pública en todos sus niveles, la investigación científica y el desarrollo tecnológico. Respondo a mi circunstancia: toda una vida dedicada a la docencia universitaria y a la investigación científica.

Es la razón por la que mi entusiasmo no tuvo límites cuando se les vio desaparecer del campo educativo a la UNE y al MPD; cuando los remedos de universidad fueron clausurados; cuando se implantó el examen de ingreso a las universidades; cuando se orientaron recursos importantes a la investigación científica; cuando universidades como la Central del Ecuador fueron saliendo del pantano en el que se hundían; cuando ya se contaba con un sistema nacional de educación superior, ciencia y tecnología; cuando aparecían publicados en las mejores revistas del mundo el resultado de investigaciones realizadas en nuestras universidades y politécnicas; cuando los mejores bachilleres, los más provenientes de estratos sociales de menores recursos, recibían becas que les permitían realizar estudios superiores, en el país y en el exterior. En suma, a mi juicio, la realización de un sueño: invertir en una educación pública de calidad como la mejor política de redistribución de la riqueza. Cuanto antecede consta en mis artículos de opinión publicados en este Diario, independiente, EL COMERCIO.

Vienen las elecciones y mi decisión está tomada: no puedo votar por quien, según sus propias declaraciones, suprimirá la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) y el examen de ingreso a las universidades. Para colmo, las universidades serían organismos autónomos (tengo entendido que ni en los países de África Subsahariana ocurre tal desmadre). Es decir, volver a lo mismo, al desastre nacional en que vivíamos en materia de educación pública. Desde luego, menos dolores de cabeza para los sabios de la Grecia empeñados en salvarle al país de eternas crisis económicas, nunca resueltas.

Repito lo escrito. En estos 10 años se ha soñado en demasía, sin tener en cuenta que lo posible es mejor que lo perfecto. Tal el caso de la Ciudad del Conocimiento: Yachay. Se han soslayado aspectos importantes en un país subdesarrollado como es la formación de tecnólogos de buen nivel. El candidato triunfante se propone construir 40 universidades técnicas. Conque llegara a 10, digo yo, que funcionen bien y se hallen bien equipadas, al término de su mandato habría cumplido.

Suplementos digitales