Las familias de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra han dado una lección al Ecuador y a Colombia: exigir verdad y justicia, no callar, no comer cuento.
En estos tres meses, desde el día mismo del secuestro, esas familias han mostrado valentía y firmeza. Se pusieron firmes frente a la insensibilidad y a la insensatez de los funcionarios y gobernantes que se creen con derecho de informar de las cosas más terribles o íntimas o conflictivas, por trinos, wathsapp y redes sociales. ¡Por favor, quítenles esa herramienta a quienes nos gobiernan! ¡No hay derecho a que se informen temas trascendentales para la vida de las personas por medio de… tuits!
Las familias de Efraín, Paúl, Javier, desde el día del secuestro han encontrado una causa por la que luchar, una causa desde la cual honrarán la memoria de sus seres queridos para siempre: la verdad y el respeto. Han perdido a los suyos. Pero han ganado un motivo, una causa, una luz que marcará su sendero. Han convocado a la sociedad a sumarse, a no ser indiferente, a no callar. Han generado empatías con su valentía, con su constancia, con su firmeza, con su decisión.
Hoy la jornada termina con flores y velas encendidas. Después de tres meses de angustia y zozobra, esas tres familias podrán, al menos, enterrar a los suyos y empezar con fuerza los siguientes pasos en la búsqueda de la verdad. Tienen más de tres motivos para luchar porque lo que han hecho estas tres familias es demostrar que solo mediante el reclamo pacífico pero firme, la exigencia, la constancia, se puede conseguir respeto y dignidad. Ojalá tantas familias que han perdido a los suyos porque los han secuestrado o los han encontrado enterrados en fosas comunes en las fronteras de muerte de Mataje o Putumayo, identificados como n/n, sigan los pasos de estas tres familias excepcionales y hagan suya también las causas de la verdad, la justicia y el respeto.
Hoy se merecen homenaje ellos, los que están vivos para dar frente a un camino que, lo saben, será largo y empedrado: Ricardo y Carolina Rivas, Yadira Aguagallo, Patricio y Christian Segarra, Galo Ortega, su esposa y sus hijos y sus compañeros de trabajo. Porque son padres, hermanos, madres, hijas, hijos, colegas, dispuestos a noches de vigilia bajo la lluvia, en el frío. Dispuestos a gritar hasta quedar sin voz. Dispuestos a dejarlo todo para encontrar la verdad. Hoy es de justicia un homenaje a ellos, que han tenido que dejar las lágrimas a un lado para enfrentar la desidia, la mala información o la indolencia, combatir las medias verdades y la indiferencia.
Nos faltan tres pero, como sociedad, hemos ganado estas voces valientes que han roto el silencio de la injusticia y que están convencidos de que solo con la verdad Efraín, Javier y Paúl, podrán descansar en paz.