Una patología inseparable de Rafael Correa. Lo fue en su gobierno, en todo debía intervenir y mandar. No fueron pocos los que alimentaron ese ego, con su obsecuencia y sometimiento.
Consecuencia de esa patología fueron los múltiples casos de persecución, de agravios y aun las sospechas de otras infracciones.
¿Cuánto de la corrupción de su década tuvo su génesis en él? Difícil saberlo. Lo que es evidente es que desde la legislación que impuso viabilizó prácticas de simulación y fraude, que se multiplicaron en su década de gestión. En la contratación pública y en el endeudamiento, la falta de transparencia fue dominante.
Era feliz de exteriorizar que él era quien mandaba. Las sabatinas eran como la arena del circo romano, él singularizaba a quienes debían despedazar los de su entorno. En contraste, protegía y justificaba a los suyos, aun en los casos en que ya eran evidentes los actos de corrupción que habían cometido, los ayudó a huir, pero cuando ya estaban huidos y a salvo -y también cuando ya eran procesados- decía que no se acordaba de ellos.
El ego lo proyectó a lo internacional. La protección a Julián Assange, concediéndole asilo en la sede de la Embajada en Londres -con millonarios costos, pagados por los ecuatorianos- fue un desafío al Reino Unido y a los Estados Unidos de América, que se continuó en una especie de acuerdo tácito con Assange y Putín, el gobernante ruso, para impedir que Hillary Clinton triunfara en las elecciones del 2016, bajo el miserable argumento de que si Donald Trump llegaba a la Presidencia de la potencia del Norte, se agudizarían las contradicciones y que de eso se beneficiarían. Miles de emigrantes sufren las consecuencias de aquello. Miles de niños son arrancados de sus padres y encerrados en jaulas, como castigo a éstos, por arriesgarse a la migración ilegal. Hoy Correa trabaja para Putín en Rusia Today.
El no sometimiento de Lenín Moreno, al no trabar éste que se investiguen los ilícitos de la década de Correa, lo altera y descontrola.
Leí el reciente fin de semana que Correa pedía a la Unión Europea utilizar las cláusulas que permitirían suspender el acuerdo de libre comercio que tiene con el Ecuador, ante su acusación de que en éste existiría déficit de democracia. Y acusa que el hecho de que Moreno no ha prorrogado – transcurrido un año desde que dejó el poder- la custodia militar a él, su cónyuge y sus hijos, pondría en riesgo su vida.
Moreno, la Contraloría, la Fiscalía y la Justicia ecuatoriana, deberán actuar conforme a derecho, sin allanarse a la impunidad que persiguen los del Correato. En los casos de Fernando Balda y en otros procesos que se vayan dando, limitarse a los subalternos y cumple órdenes sería un grave fraude contra la verdad de los hechos.