Desde que el político más poderoso del país le dijo que era capaz de mover montañas, no paró en su idea de reunir las firmas para lograr otra reelección. La premisa de dimensiones bíblicas, directamente relacionada con la fe, alcanzó desde entonces el carácter de milagro, tan fuerte como el que hace un par de décadas alcanzara aquella joven que se comunicaba directamente con la virgen.
La prensa centró toda su atención en la joven que amplificaba por medios electrónicos la voz de la virgencita. El contacto de lo terrenal con lo divino había alcanzado dimensiones internacionales, el país, de repente, fue el centro de la atención mundial. Miles de peregrinos arribaban hasta un frío territorio austral para escuchar los mensajes, hasta que apareció el desencanto.
Cuando de milagros se trata, parece que todo es posible, incluso que los medios de comunicación se alineen y presten toda su atención o su agenda de entrevistas al hecho milagroso de una joven que mueve montañas, tantas que con todos sus ahorros de USD 3 000 logra lo que enormes empresas político-partidistas no pueden con algunos millones de dólares: reunir más de un millón de firmas. Logra lo que los economistas con PHD no pudieron pese al mayor boom petrolero de la historia.
Durante sus recorridos por todos los rincones de la patria la joven obró milagros tan grandes que, en una ciudad de no más de 7 000 habitantes, reunió más de 40 000 firmas. Eso no se logra sin la fe de la semilla de mostaza como dice la parábola bíblica. Tan grande fue el milagro que los medios audiovisuales dedicaron la semana pasada casi todo su espacio para entrevistar a la joven que, en Twitter, se la conoce como #AyPame.
En esos días de euforia, los medios se ocuparon muy poco por un accidente en el que murieron dos extranjeras en la costa o del descubrimiento de dunas y cráteres invertidos que fueron captados en Marte. Nadie se conmovió por la amenaza que recibió una periodista por increpar a un chofer que durante el feriado infringía todas las leyes del tránsito y ponía en peligro la vida de decenas de pasajeros. “Si sigues reclamando te vamos a rociar un ácido en tu cara”, le dijo a la periodista el asistente (o cómplice) del chofer. Por ahí también se conoció un milagro chino en medio de las donaciones para el terremoto:
10 000 fusiles AK-47, y en tiempos de paz.
El milagro de #AyPame se encargó de llenar todos los espacios del rutinario escenario político. Antes del milagro el país estaba vacío, las montañas solo se movían por causas telúricas o volcánicas y no por la fe. Incrédulos, los milagros existen, esta joven, con un paupérrimo presupuesto, se movilizó por todo el país, repartió gorras, camisetas, incluso contrató chivas para entregar las toneladas de firmas estampadas en los formularios.