Nadie puede negar que el Ecuador está en medio de una aguda crisis, que no afecta solo al presupuesto estatal o a la economía nacional toda. Es una crisis integral. Pero no afecta a todo el país de igual forma. Hay regiones y provincias que han sufrido la peor parte. Y los sectores fronterizos, en especial del norte, sienten más fuertemente los efectos de la
En el pasado, el desastre del cierre de la fábrica Imbabura de Atuntaqui, para citar un ejemplo, generó la reconstitución de una economía muy dinámica de pequeños y medianos talleres textiles que enfrentaron la competencia y consolidaron un mercado.
Por otra parte, el turismo creció sobre todo a base de hostales, sitios de comida, talleres artesanales y otros servicios. Ahora, cuando la producción textil y el turismo están en recesión, es preciso enfrentar con energía la crisis y el desempleo con sentido positivo.
Para ello, se oye reclamar que el gobierno cree sitios de trabajo o se comprometa a “dar empleo”. Otra opción es mover desde dentro la energía productiva de la gente para generar empleo. La primera opción es inviable. Crear puestos en el Estado es fomentar la burocracia, uno de los agravantes del actual problema. Esperar que un potentado “de trabajo” a la gente es demagógico. La única salida verdadera es promover emprendimientos que generen trabajo productivo y estable.
Para ello cuenta es el esfuerzo propio. Pero ese esfuerzo debe ser apoyado desde el gobierno con normas adecuadas, incentivos y crédito oportuno.
El norte, como todo el país, necesita un plan industrial y manufacturero, que no existe desde hace los años setenta. En una región donde la gente posee gran imaginación creativa y habilidad manual eso tiene porvenir. En la agroindustria hay posibilidades. La tradicional producción de panela y aguardiente puede abrirse un gran mercado. Un adecuado asesoramiento para los tejidos y bordados, tallas y vestidos, abrirá una demanda externa más amplia y estable.
La región podría ser un gran espacio para lo que internacionalmente se llama “mercado libre”. La gente que trabaja en casa podría hacerlo en su domicilio a base de inversiones mínimas de 100 a 500 dólares y luego vender sus productos por Internet. Para eso se requiere desarrollar una infraestructura tecnológica, auspiciar la capacitación y un inversión muy baja de “capital semilla”.
El turismo es una gran fuente de prosperidad. Pero para que los visitantes se queden varios días se debe desarrollar una oferta cultural variada, que incluye una red de museos. La promoción de la gastronomía tiene muchas posibilidades para el turismo. A ello se debe añadir los balnearios y la diversidad ambiental de la “ceja de montaña”. Se puede proteger a la naturaleza al mismo tiempo que se desarrolla el empleo. Esa es la alternativa.