La insostenible veda electoral

Columnista invitada

Durante las 48 horas previas al día de las elecciones, y hasta las 5 de la tarde del mismo día, la ley prohíbe la difusión de cualquier forma de publicidad electoral u opiniones en los medios de comunicación que puedan inducir a los electores sobre su preferencia electoral. Esta restricción a nuestro derecho a buscar, recibir y expresar ideas y opiniones se ha justificado bajo el fundamento de que los ciudadanos tenemos también derecho a gozar de un tiempo de reflexión previo al voto.

El problema es que la norma sólo afecta a los medios de comunicación tradicionales como prensa, radio y televisión, mientras que a través de internet tanto la publicidad electoral como las opiniones sobre los candidatos –además de la campaña sucia- circulan con intensidad hasta el mismo día de las elecciones. 

Propaganda, opiniones y rumores son difundidos también a través de correos electrónicos, mensajes telefónicos y otras formas de comunicación masiva.

Así, ese espacio de silencio para supuestamente meditar nuestra decisión, libres del bombardeo de la campaña electoral, ya no existe.

La solución no está, como sugirió el Presidente del Tribunal Contencioso Electoral, en regular las redes sociales durante la campaña electoral.

De hecho, resulta imposible controlar todo lo que las personas podemos publicar y compartir a través de cuentas de Facebook, Twitter y otras redes sociales, además de todos los mensajes que podemos enviar por vía electrónica.

Las nuevas tecnologías de comunicación han dejado sin eficacia alguna a la veda electoral.
El único efecto de esta norma hoy en día es silenciar a los medios tradicionales y ponerlos en desventaja frente a los medios digitales. La medida impacta desproporcionalmente a las personas que no tienen acceso a internet, y no pueden beneficiarse de los contenidos que ciudadanos difunden a través de redes sociales. No resulta muy justa una elección en la que ciertas personas cuentan con información a la que otros no tienen posibilidad de acceder.
La libertad de expresión es un derecho que cobra particular relevancia durante los procesos electorales.

En el proceso de formación de nuestra voluntad es indispensable que podamos acceder a la máxima información posible sobre los candidatos y sus propuestas. Sin libertad de expresión, no podemos ejercer nuestros derechos políticos. Sólo en la medida en que los hechos y las opiniones circulen libremente contaremos con toda la información que consideremos necesaria para adoptar nuestra decisión.
La veda electoral, aunque sea una medida temporal, dejó de ser conducente para lograr su supuesto objetivo.

Es hora de reformar esta y otras absurdas disposiciones del Código de la Democracia con miras a construir un debate democrático robusto y plural.

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