La fiebre baja con acetaminofén. Pero luego de pocas horas sube. Otra vez tomas la pastilla, te sientes mejor, y más tarde, sube la temperatura. La solución no es tomar acetaminofén. A este ritmo te agravas. La mejoría es buscar la causa de la enfermedad: infección por algún virus o bacteria. Con el diagnóstico acertado, viene el antibiótico correcto, y te curas.
Los estudiantes del Montúfar protestan. Unos violenta, otros pacíficamente. La solución no es arremeter con la Policía, apresar a los chicos, dejarlos fuera de clase, expulsarlos. La solución no es la represión. Con la fuerza, temporalmente se apaciguan; más tarde volverán a movilizarse. Sin indagar la causa de la protesta, si subes el tono de la represión, si cierras el colegio, das la medicina incorrecta. Apagas el fuego con gasolina.
Pero con gasolina súper: ¿Nuestros gobernantes tienen idea de la repercusión del cierre del colegio más grande y emblemático del sur de Quito? ¿Incendio? Según noticias de estos días, en solidaridad, ya calienta motores el Colegio Mejía. ¿Otros harán lo mismo? ¿A qué apuesta el Gobierno?
Varios exdirigentes estudiantiles del Montúfar y del Mejía son prominentes militantes de Alianza País. Algunos vivieron, hasta hace poco en el sur. Por lealtad, deberían asesorar a sus jefes sobre los riesgos de provocar la célebre ira popular quiteña.
La protesta es un efecto. Revela malestar. ¿Cuál? Algunas hipótesis: Desde hace años la educación vive una intensa reforma, de corte tecnocrático y vertical, que apunta a formar capital humano para el “cambio de la matriz productiva”, al servicio del capitalismo global, bajo la retórica de la pedagogía crítica y del Buen Vivir. En el marco de un Estado autoritario y populista, se monta un sistema educativo y un modelo de enseñanza, controlador, homogeneizante y clientelar, con menos espacios para la deliberación, en escuelas y colegios que recrean la gestión de fábricas y cárceles.
Otra hipótesis: La evaluación estandarizada es la locomotora de la reforma, al menos la del bachillerato, atropellada, sin mayor consulta y preparación, que además nada aportó a los bachilleres a enfrentar bien la prueba ENES: evaluación que puso y pone en vilo e incertidumbre, la vida de cientos de miles de estudiantes y sus familias. Prueba y sistema de admisión, que dejó a muchos de ellos, a la deriva, sin universidad, trabajo ni futuro.
¿Por qué los estudiantes reclaman? ¿Son manipulados? Por favor… El sistema educativo es una olla de presión. Lo que pasó ayer en el Montúfar, pasó anteayer en el Mejía y en el Central Técnico… ¿Pasará mañana en cualquier otro colegio?
Autoridades educativas: emular y acoger la voz inteligente y pacífica de Gonzalo Criollo, presidente estudiantil del Montúfar; dejar que los DD.HH. se ejerzan en las aulas.
mluna@elcomercio.org