Durante la temporada en la que los gobernantes de varios países de Latinoamérica enarbolaban la bandera del Socialismo del Siglo XXI o de ideologías afines surgió la idea, propugnada por el egocéntrico mandatario venezolano de entonces, Hugo Chávez, de fundar la Comunidad Sudamericana de Naciones, lo cual se concretó en la III Cumbre Presidencial realizada en Cusco, Perú, el 8 de diciembre del 2004.
En la cumbre efectuada en abril del 2007, en la Isla Margarita, Venezuela, se cambió la denominación de Comunidad a Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y se otorgó a Quito la sede de la Secretaría Permanente, pero pronto surgieron discrepancias irreconciliables entre miembros de la institución, con el agravante de que todos ellos tienen derecho a veto.
El cambio del signo político de varios gobiernos fracturó la estructura del Organismo, que ni siquiera ha podido elegir nuevo Secretario General, en reemplazo del colombiano Ernesto Samper, cuyo período concluyó en enero del 2017 y desde entonces permanece acéfalo, inactivo.
Brasil, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Paraguay decidieron en abril de este año suspender su participación en la Unasur y sólo se mantienen: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Surinam y Guyana y hace pocos días el Presidente electo del vecino país del norte anunció su decisión de adelantar las gestiones pertinentes para el retiro de esa instancia internacional, pues, según enfatizó: “No quiero ser idiota útil para proteger la dictadura venezolana”.
Para remate, el presidente Lenín Moreno informó que el fastuoso edificio construido con dinero del pueblo ecuatoriano y donado a Unasur por el generoso ex presidente Rafael Correa, lo destinará para una inexistente Universidad Indígena, decisión un tanto apresurada, ya que no fue diseñado para ese tipo de tareas sino para actividades diplomáticas, por lo que serían necesarias múltiples adecuaciones, pero algo significativo es que se interpreta esa determinación como un cambio de posición del Gobierno ecuatoriano frente a la tantas veces mencionada entidad internacional.
De todas maneras, lo más urgente es el retiro del monumento del expresidente argentino, Néstor Kirchner, pues, no es bien visto por razones que no hace falta insistir.
Lo cierto es que los ideales y proyectos de la agónica organización regional, entre los que destaca la creación del Banco del Sur, cuyo convenio constitutivo se suscribió el 19 de junio del 2003 y la emisión de una moneda regional, que pensaban sus gestores que constituirían pilares de la integración sudamericana y que permitirían contrarrestar la dependencia del “Imperio”, del Fondo Monetario Internacional, FMI, del Banco Mundial, etc., no pasaron de ser un sueño y la realidad es que la Unasur soporta un déficit que sobrepasa los 23 millones de dólares y es inminente su extinción si no recibe un urgente soplo de vida, lo cual parece utópico por ahora.