Alrededor de las trifulcas sobre la Consulta de febrero, reaparecen elementos que explican cómo la droga llamada poder hace que hasta seres muy inteligentes caigan adictos en sus redes.
Sí, y esta reflexión es principalmente para usted ahora, es una alerta, una advertencia, pues sus tentáculos le están asechando Lenín. Mire los arpones y síntomas: 1.- El halago: de lambones, aduladores, “Comités Revolucionarios “ad hoc”(de los que nadie escuchó hasta la víspera), dirigentes que florecen por doquier para apoyar al que está de turno; 2.- El servilismo (incapacidad de decir SÍ cuando se debe, y No cuando es correcto): asambleístas, jueces, funcionarios de GADs, sindicalistas, y muchos otros que hasta hace 8 meses aplaudían y gritaban a rabiar por Su Predecesor, y que hoy endosaron su “fervor incondicional y patriótico” al que perciben como nuevo macho alfa. 3.- Los espejismos: inmensas reuniones “espontáneas” de multitudes fervorosas que respaldan algo que desconocen en profundidad, carteles, pancartas, gritos y arengas que dicen que El Nuevo Príncipe Salvador ha llegado. El ambiente parece espontáneo, pero tiene un tufo a sánduche. Y como toda droga, Lenín, hace pasar sensaciones inolvidables a quienes la consumen, y deforman la mente y personalidad del que cae adicto, pues aunque tenga una banda que diga Mi poder en la Constitución, no, no; el poder ha pasado a manos de los adulones que, a esas alturas, ya tienen completamente rodeado al Presidente, filtran con celo feroz a quienes quieren acceder a él para exponer reales conflictos o soluciones; el poder pasó hace rato a los que le hacen ver obras extraordinarias que a la vuelta de la esquina del tiempo supuran coimas, favores mutuos, amiguismos, construcciones defectuosas, sobreprecios, etc. 4.- Las atractivas y leales “ovejas” que en la realidad de fondo son lobas feroces y hambrientas vestidas de pieles de fervientes seguidoras de un “ideal”, del líder que encarna a la patria (así con minúscula, no la Grande que deberíamos amar con sinceridad y desinterés).
Cuidado, Presidente. Dicen que la adicción se vuelve tan fuerte que no pueden ver la realidad, sino cuando han transcurrido unos 8 meses, y de esos miles y miles de seguidores solo quedan unos 20 o 30 que han sido sinceros y leales de verdad, y a pesar de todas las denuncias de corrupción galopante y de fraudes, siguen aclamando al líder ido, y creyendo en su honestidad, amor, fervor y sinceridad. Los especialistas dicen que se entra muy suave, despacito, en este círculo vicioso, pero que después de saborearlo, la gente queda adicta, de tal manera que el consejo que se puede dar, sería el que Leidi repite constantemente a la juventud: “Dile no a las drogas”. Un consejo bíblico para todos los gobernantes: “Sabroso es al hombre el pan de mentira, pero termina con su boca llena de cascajo”.